lunes, 9 de julio de 2018

NO VOLTEES - HISTORIA DE TERROR



Hace algunos años conocí a Joaquín Cárdenas, el era pescador y trabajador en una salinera en el Ejido Aquiles Serdán “El Barranco” en Altamira Tamaulipas, Yo acostumbraba ir al puente del rio Barberena a pescar y a tomar cerveza, viendo a los pescadores atarrayar y sacar algunos peces y camarones, era común que platicáramos acerca de la vida en el ejido y de historias de la gente de la región, Joaquín vivía en un lugar cercano a Morón, el era un hombre ya mayor un tanto huraño, pero tenía una gran sabiduría y sabia muchas historias de miedo, las cuales me contó al calor de unas cervezas y una fritanga de pescado, las historias de Joaquín comienzan cuando él era aun joven, el ayudaba a su abuelo en una parcela familiar que tenían a unos kilómetros del pueblo, y era común que después de trabajar la tierra y cosechar algunas legumbres, juntaran leña para llevar a su casa y tener con que cocinar, en esos tiempos las casas tenían hornos de barro y parrillas donde al calor de la leña preparaban sus alimentos.

El abuelo de Joaquín tenía una desvencijada camioneta chevrolet, picada por la sal y la humedad, pero tenía un buen motor, en ella transportaban sus herramientas y la leña todos los días, recorrían un largo y agreste camino para ir y regresar, lleno de polvo y hoyancos que hacían que la camioneta brincara, así que se iban lento. Ya entrada la noche, Joaquín subía el ultimo atado de leña a la pick up, y comenzaron su camino, el cielo estaba estrellado y había luna llena, los faros de la camioneta apenas iluminaban el camino unos metros, mas allá era total obscuridad, en cierto punto del camino, El abuelo de Joaquín paró y se dió cuenta que el camino estaba bloqueado por una empalizada que había dejado un ejidatario para cercar su parcela, solo había una forma de rodear y era por un camino poco transitado lleno de maleza y piedras, en donde hasta los caballos batallaban para seguir el rumbo, muy a su pesar el abuelo, dio reversa y estando en la entrada de aquel camino suspiró hondo y se persignó, Joaquín extrañado de lo nervioso que se veía su abuelo pensó que nunca lo había visto así ninguna vez, trató de no pensar en eso y acomodó su cabeza en el vidrio para tratar de dormitar un poco en lo que llegaban, su abuelo iba al pendiente del camino y un poco rápido.

Al pasar una antigua noria, un sobresalto de la camioneta hizo que Joaquín se incorporara, el abuelo iba muy rápido por el camino, haciendo rugir el motor y levantándose del camino por los hoyancos por donde pasaban.

-Que pasa abuelo?- pregunto Joaquín con desconcierto
-Nada mijo agárrate-

En eso Joaquín sintió una pesadez y una sensación de ser observado, una corriente eléctrica recorrió su cabeza y su espalda y los cabellos de la nuca se le erizaron, volteo a ver a su abuelo y este tenía su vista en el camino con las manos apretando el volante y con su cabeza casi pegado a él.

De pronto escuchó como algo golpeó la caja de la camioneta y se tambaleó como si algo hubiera sido arrojado en ella, cuando empieza a voltear para ver qué era lo que había golpeado, el abuelo le grita enérgicamente y con todas sus fuerzas

-¡NO, no voltees!-

Joaquín se quedo inmóvil y volteó al frente, el grito y la sensación de que algo traían atrás, hizo que le comenzara a latir fuertemente el corazón, el motor de la camioneta rugió al acelerar, venían bastante rápido, y al observar a su abuelo notó que tenía el rostro lleno de miedo, nunca en su vida lo había visto temeroso. De pronto escucharon unos fuertes toquidos en el medallón trasero de la camioneta, era imposible nadie venia atrás o al menos eso pensaba, el instinto de querer voltear fue rápidamente disuelto con la mano callosa de su abuelo al tomarlo de las mejillas fuertemente y mirándolo fijamente sin soltar el volante

¡Mírame cabrón, no te voltees, no dejes de verme a mí!

El grito y la advertencia frenética del abuelo, hizo que la mente de Joaquín se nublara y se quedara fijamente mirando al anciano, el cuál comenzó a sudar copiosamente y a decir oraciones entre dientes,

-Ayúdanos señor, santo sea tu nombre, no nos abandones Dios mío-

En Joaquín volvió a escuchar el ruido de algo golpear la lámina de la caja, eran como si algo brincara en ella, era imposible a esa velocidad y con los brincos que daba la camioneta, el veía fijamente a su abuelo no quería voltear pero de reojo veía un bulto en la parte trasera de la camioneta algo que se movía ahí, cerró los ojos fuertemente para no ver y quería llorar, quería que su abuelo se detuviera y correr, de nuevo algo golpeteaba el medallón trasero, algo quería que volteara a ver, el abuelo casi al borde de un colapso miro con determinación a Joaquín gritándole que no volteara que lo viera a el, el rostro del anciano era de terror puro, de desesperación y a punto del llanto, el motor de la camioneta estaba al límite, rugía trabajosamente y Joaquín pensaba que se despedazaría antes de que llegaran a cualquier sitio.

Su corazón latía tan rápido que por un momento pensó que se le saldría del pecho, respiraba trabajosamente intentando jalar aire, mientras se aferraba al cinturón de seguridad, cerró los ojos fuertemente y comenzó a orar y a pedir perdón por todo y un impulso hizo que se acordara de sus padres, pensó que iba a morir, en ese momento la velocidad de la camioneta se redujo, el abrió los ojos para mirar y ya estaban en el camino principal, un camino de piedras y tierra compactada.

Al mirar al abuelo estaba con la cabeza recargada en el volante, respirando de alivio y sudando a chorros, todo estaba en silencio, escuchaba los grillos y las cigarras en el monte y el zumbido del motor de la camioneta, le dio marcha y las piedras comenzaron a crujir en señal que el camino principal los llevaría al ejido, que se veía a lo lejos.

-Mire mijo, de lo que oyó y escuchó no se lo cuente a su madre, ni a su abuela, ¿Oyó?- le dijo el abuelo con una voz seria y determinada
-Si abue, pero ¿Que fue eso?- Pregunto Joaquín
-Eso mijo, era el diablo, si lo hubieras visto, te habrías puesto todo blanco y a lo mejor hubieras muerto de un susto-

Joaquín al escuchar aquella afirmación no dio crédito, pero el terror de su abuelo y lo que sintió y escucho no lo imaginó, al llegar a su casa, notó que en la caja de la camioneta no había nada, ni siquiera las herramientas o la leña, con los brincos se habían perdido, sin embargo pudo notar algo raro que le produjo un escalofrío, unas abolladuras en la caja de la pick up, le confirmaban que en verdad algo los golpeo, eras varias como su algo hubiera pisado fuertemente la lamina.

Esa noche Joaquín no pudo dormir, su abuelo que permanecía afuera de su ventana oraba en silencio, recordó entonces a un salinero que había conocido tiempo atrás, el hombre se llamaba Felipe, tendría unos 20 años cuando lo vio, su cabello estaba completamente blanco y en su rostro llevaba unas marcas de aruños, fue entonces que relacionó su experiencia con el joven, la gente decía que a él se le había aparecido el diablo, una noche en una marisma pero esa es parte de otra historia.

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