miércoles, 15 de mayo de 2019

LA LEYENDA DE SUNDEL BOLONG




La leyenda del sundel bolong se originó principalmente en la mitología javanesa. En la cultura javanesa, sundel es una jerga para dirigirse a las personas que estaban en el negocio de la prostitución, mientras que Bolong significa "agujero". Así que sundel bolong se traduce a grandes rasgos en "Una prostituta con un agujero en la espalda". La leyenda cuenta una historia sobre una hermosa mujer que se vio obligada a participar en los negocios de prostitución y que luego fue encontrada muerta, con un agujero en la espalda.

No está muy claro cuál fue la causa de la muerte de sundel bolong. Algunos dicen que murió después de ser violada, porque su espalda fue apuñalada varias veces, lo que hizo que su espíritu volviera a la vida para maldecir a todos los hombres y buscar venganza de la persona que se cree es responsable de su muerte. Otros creyeron que ella murió al dar a luz en su tumba, con un fenómeno extraño que causó que el bebé saliera de su espalda, seguido de la muerte de su bebé. Por lo tanto, su curioso espíritu vaga por la tierra buscando desesperadamente a su bebé.

Un sundel bolong a menudo se describe como una mujer con un hermoso cabello largo y negro, vestido con un vestido blanco, o en una forma similar a un Pontianak. También es descrita a menudo como hombres seductores que usan su belleza y fragancia. Cuando están cerca, les muestra su espalda cubierta de sangre y gusanos, revelando sus esqueletos transparentes u órganos internos, con su olor cambiando repentinamente al olor de la carne podrida, que es suficiente para hacer que una persona pierda el conocimiento. Cuando se desmayan, ella se come sus órganos. Aunque se enfoca en aterrorizar a los hombres, las mujeres son igualmente vulnerables a su ira.

Algunos afirman de que este ente o fantasma no camina, sino que vuela. Según las historias místicas que circulan en medio de la comunidad javanesa, estos fantasmas o espíritus obsesionados y vengativos, buscan a sus asesinos o gente malvada que comete atrocidades tales : como la violación y el asesinato. Siendo muchas veces salvaje y sanguinaria con todas sus víctimas.
Sus víctimas favoritas son aquellos lujuriosos que tienen la mala suerte de toparse en su camino, a quienes seduce y les cercena sus partes íntimas, dejándolos desangrar hasta la muerte.
También se dice que gusta de secuestrar bebés, le gustan los niños, especialmente los bebés. El fantasma secuestra al bebé pero no para matarlo, sino protegerlo y cuidarlo. Recordemos que es el espíritu de una mujer que murió estando embarazada, ella deseaba ver nacer a su hijo y criarlo.
Debido a la historia, ya no parece extraño si hay padres que ponen el Corán en la cama del bebé. Hicieron esto como medida de precaución si los fantasmas estaban dispuestos a secuestrar a sus hijos. Los padres creen que los seres sobrenaturales como Sundel Bolong no secuestrarán a sus bebés si hay un Corán en sus camas.

martes, 14 de mayo de 2019

EL PRIMOGENITO - HISTORIA DE TERROR



La noche se sentía un tanto incómoda, incluso en la acostumbrada soledad del campo aquel. Un granja, animales, árboles frutales, madre e hijo. La cena ya se había servido, pero se enfriaba ante la ya aún más fría mirada de ambos, sentados, en silencio.


No había aire puro, no había intenciones santas.


Aquiles miraba de reojo a Mirna. La misma Muerte se sentiría incómoda ante tal escena; una relación sepulcral, que venía arruinándose desde hace un tiempo hasta aquí.


—Han desaparecido un par de animales más, hijo. Necesito que pongas más ojo durante las noches, las cosas no andan muy bien.


—Lo Tengo claro, Mirna. Aún no logro pillar al bastardo que se los roba. Un par de bocanadas y Aquiles se retiró de la mesa sin decir nada más. Mirna sollozaba en silencio mientras caminaba hacia su habitación. Se preguntaba qué era lo que pasaba con su retoño, en qué cosas andaría metido. Más que mal, él era su única familia después de todo.


También en silencio, dentro de uno de los establos y refugiado en la oscuridad del campo abierto, Aquiles tomaba un cerdo y de una certera estocada en el corazón, apagaba su vida. Aprovechando las pulsaciones post-mortem, rebanaba el cuello y dejaba que la sangre cayera sobre una copa dorada.


El ritual debía ser rápido. Su madre dormida no escuchaba los pasos hacia el comedor en medio de la noche, donde yacía la puerta hacia el subterráneo, del cual Mirna no sabía absolutamente nada.


El cadáver del cerdo fue colgado en la pared. Animales podridos repartidos en toda aquella habitación, sangre seca y óxido llenaban el lugar. Jaulas, huesos… cosas indescriptibles. Un pentagrama y velas daban el toque final. Un Mundo totalmente alterno, lleno de muerte y asquerosidad, lleno de pretensiones y ambiciones de riquezas. Aquiles bebió la sangre e invocó a Baal.


—Oh, Señor de lo Material, la sangre de un animal puro a través de mi cuerpo, para ti.


El negro se apoderaba del lugar. Oscuridad total y un ruido de golpe seco. Del cerdo ya no quedaba nada salvo algunas tripas y huesos, y en la espalda de Aquiles, la marca 6, de 7. Los gritos de dolor se apagaban por las ganas de tener el ansiado poder, el ansiado dinero. Debía soportar un ritual más, sólo un sacrificio más. El más grande.


Mirna no sabía de donde provenían aquellos olores. Tampoco sabía por qué carajo le faltaba un cerdo, y menos por qué la producción de su granja aumentaba poco a poco. No tenía sentido. Miraba a su hijo de forma tierna, lo amaba a él y a su granja, a pesar de las extrañas costumbres y actitudes que su primogénito.


Oscuro, siniestro. Tradición familiar que había dejado de traspasarse, pero que gracias al diario de su bisabuelo, había recuperado. Baal proveería lo que faltara, a costa de 7 sacrificios. Pero Baal es un demonio exigente y para nada conformista. La última de las entregas debía ser grande, debía doler… La granja tiene que prosperar de algún modo, ¿no?


Cayó la noche, y con ella, aires de que algo malo podría pasar. Aquiles no despegaba la mirada de Mirna. Ella apenas había probado la cena, el hambre no era más que una mera ilusión.


—Necesito mostrarte algo, madre. Tengo una sorpresa para ti.


Mirna se mostró algo inquieta.


—Dime qué es lo que quieres… ¿Qué es lo que te pasa, hijo?


—Sólo sígueme, ¿quieres? Aquiles tomó a su madre de la mano y paso a paso la llevó hacia una pequeña puerta, escondida debajo de un mueble de aquel comedor. La luna oscurecía poco a poco, los animales gritaban y el primogénito sonreía de placer. Se lamía los labios y murmuraba por lo bajo. Mirna estaba asustada, pero confiaba que su pequeño le daría una sorpresa, a pesar de que ya no había por qué pensar cosas buenas de nada.


Cerró la puerta con cerrojo. Mirna dio la vuelta y miró horrorizada a todos sus animales, uno por uno, podridos y colgando, adornando el lugar de forma lúgubre y magnífica. La belleza retorcida no era apta para todos, y eso Aquiles lo sabía de memoria. Mirna miró de vuelta a su hijo con terror, decepcionada, asustada.


—Será corto, Madre. Evitaré hacerte sufrir demasiado.


—Así que esto era… Así que en esto se iban mis animales… mi granja, todos los sacrificios…


Lágrimas brotaban de los ojos de Mirna. Y una sonrisa se escapaba de los labios de Aquiles. No había gente en kilómetros a la redonda. No había nada con que defenderse. No servían las oraciones ni las plegarias. Dios no existía en ese lugar, y menos, la esperanza.


—Piensa que serás una inversión a largo plazo, mamá. Ahora quédate quieta…


Un cuchillo de impecable filo hacía acto de presencia entre las manos asesinas del Primogénito. Murmullos y voces salían de las paredes. Los cadáveres en las paredes se retorcían y reventaban en pus y sangre. Y el pentagrama, listo y presto a recibir el nuevo sacrificio.


Aquiles tomó a su madre y comenzó un forcejeo. Gritaban, peleaban, el cuchillo buscaba el corazón esquivo de Mirna, quien luchaba con cada pedazo de su alma por salir viva de esto.


Arañazos, cortes, magulladuras, golpes, ya no quedaban energías para mucho más. El lugar ardía en calor y Baal ya empezaba a impacientarse. Los cadáveres chillaban aún más, desesperados, expectantes como el mismísimo Demonio. Lamentablemente para Mirna, las fuerzas no eran suficientes, y antes que una ráfaga furiosa apagara las velas y dejara el lugar a oscuras, vio el cuchillo justo delante de su pecho.


El Sacrificio ya estaba hecho.


Las velas encendieron como una explosión, y Baal flotaba en medio del pentagrama. Aquiles vio que su cuchillo ya no estaba en la mano, sino que enterrado su pecho, seguido de un tajo inmenso. Brotaba sangre a mares y las pulsaciones prácticamente se habían desvanecido. Se sentía débil y mareado. Peor fue su sensación cuando vio a su madre con un corazón en la mano derecha y una copa dorada rebosante de fluidos corporales en la izquierda.


—Sabías que los demonios pagan mejor con el primogénito de un Linaje, ¿no?


Mirna miró sonriente a su hijo moribundo. Se acercó a él y lo besó en la frente. En su espalda, una herida se abría, y Baal tomaba la sangre y el corazón.


—Eram quod Es, Eris Quod Sum, hijo.


Baal, terminando de beber y comer, tomó el cuerpo de Aquiles y lo desfiguró, dejando solo la piel y uno que otro órgano vital.


Mirna apagó las velas y terminó el ritual dando murmullos y agradeciendo al Señor de la Materia. Cerró el lugar para siempre.


Salió y miró con cariño a sus animales dormidos en las tinieblas del lugar maldito. No necesitaría sacrificarlos de nuevo. Por lo menos hasta que las cosas no anduvieran muy bien.

MARIA - HISTORIA DE TERROR



Mi abuelita había enviudado hacia mucho, era la madre de mi papa y cuando él nos llevaba solíamos pasarla bien porque ella tenía muchos juguetes y además un gran fondo, pero nosotros nos limitábamos a jugar hasta lo que sería la mitad de ese fondo, nunca con mis hermanos nos atrevimos a meternos porque en el lugar lo oscurecía todo una gran higuera seguida de mucha maleza y un horno de barro al final del terreno seguido de lo que parecía ser una pieza de adobe que desde que recuerdo siempre estaba cerrada con candado.

Una sola vez recuerdo vagamente cuando mi mama le pregunto que había en el fondo, mi abuela solo contesto “-Que los chicos no vayan para ahí, ahí vive María”.

¿María? Tal vez se había equivocado y quiso decir vivía…

Mi papa no recordaba a nadie con ese nombre, su familia nunca fue acaudalada como para decir que en una época tuvieron una criada.

Tal vez los años estaban haciendo mella en la memoria de mi mama. Papa se conformó y nos dio una supuesta respuesta al misterio y todo concluiría ahí.

Una tarde después del colegio mi papa me llevo a la casona porque mi abuela se había caído y necesitaba atención, mientras mi viejo la atendía salí a jugar un rato a la pelota, ya estaba por oscurecer cuando oí claramente que desde el fondo alguien caminaba. Primeramente mi reacción fue de curiosidad, pensé que se trataba de algún animal y quería verlo.

No pude llegar más que a estar a medio metro de la higuera cuando escuche la risa de una niña, no me pregunten si era de mi misma edad o que se yo, la oí y eso fue todo, sentí una gran necesidad de salir de ahí, menos mal que tenía mi pelota en mi mano, porque seguramente la dejaba ahí tirada, solo atine a ir a sentarme al lado de mi papa y quedarme callado hasta poder retirarnos de ahí. Hasta el día de hoy no sé porque nunca se lo conté a mi viejo.

Conforme pasaban los años me di cuenta que cuando sacábamos los juguetes, antes de irnos mis viejos los guardaban, era algo normal hasta que supe que era por expreso pedido de mi abuela que no quedasen juguetes en el patio, a lo mejor le gustaba tenerlo todo ordenado.

Ya un poco más grande y solo si necesitaba dinero me acercaba a la casa de mi abuela, ella siempre nos consentía bastante y no le sobraba, pero mi abuelo le había dejado sus ahorros de toda la vida y la pensión que cobraba era para los impuestos, el resto podía darse el lujo de pagarnos lo que quisiéramos.

Una noche, cuando yo estaba de novio, me acerque a su casa para pedirle algo y así poder invitar a mi novia al boliche y pasar un rato juntos, no piensen mal, no era que entraba y le pedía de una, estaba un buen rato hablaba con ella le hacía compañía y como siempre, se daba cuenta de la situación no me preguntaba cuanto necesitaba, siempre bajo su almohada estaba su monedero, sacaba la plata y me la entregaba con el puño cerrado para que yo no viese el importe y también era como nuestro juego, yo lo agarraba y ni miraba, lo metía en mi bolsillo y recién podía ver cuando salía de su casa.

Esa misma noche, me senté en la cocina y miraba para la sala, donde estaban los juguetes, luego, casi como acto reflejo me di vuelta para mirar al patio y su gran fondo. Pude observar claramente una figura con ropa blanca y de ojos rojos se perdía en la oscuridad. Me había estado observando.

No voy a negar que sentí miedo, pero como no era la primera vez que me pasaba algo así solo me levante y me fui a la pieza de mi abuela para preguntarle qué pasaba allí.

Comenzó contándome historias de duendes, ustedes ya saben, que viven en los hornos y sus jugarretas, nada de mucha importancia, hasta que antes de comentarle lo que vi en la higuera. Ella solo comenzó su relato con lo que según las creencias, la planta de higos, se cree que es una planta del diablo, lugar de juego de los duendes, si alguien quiere pactar solo debe presentarse ahí a las 12 en punto, a esa altura ya sabía que algo no andaba bien.

Me conto que antiguamente, cuando la casa ya estaba casi terminada, mi abuelo solía tener como una especie de cantina adelante y una noche, el con varios de sus clientes y amigos se embriagaron hasta casi perder el conocimiento, en esa época el baño era un pozo ciego en el fondo de la misma, casi al lado de la higuera, si, debía ser terrorífico ir al baño de madrugada en aquellos años. Pero en la noche que me estaba contando resulta que al otro día una persona amaneció muerta al pie de la higuera, nunca supieron que paso, si fue por el alcohol, una enfermedad o qué, pero esa persona yacía ahí.

Desde aquella oportunidad mi abuelo le haría contado que varias veces le pareció ver a una persona parada al lado de la higuera, vestido de negro y con los ojos totalmente rojos. Ella prefería hacer sus necesidades dentro de la casa, conto que le silbaban, desde la oscuridad le tiraron el cabello y hasta le susurraron su nombre.

Yo estaba a punto de decirle lo que había visto cuando ella me dijo: “-Ese mismo año apareció María”

¿Otra vez ese nombre? ¡Pero quien era!

No me quiso contar mucho al respecto, tal vez a propósito obviaba situaciones o personas, lo hacía casi como si desvariara en lo que contaba.

Concretamente la historia es la siguiente: María se apareció al pie de la higuera, era muy bonita y mi abuela quien nunca tuvo la dicha de tener una hija la adopto como suya, además en su infancia nunca tuvo juguetes, por lo que muy a pesar de ser ya grande, si bien no jugaba con ella le hablaba como si se tratase de algo normal, no dormía con ella pero se podía pasear por toda la casa.

Por si no se dieron cuenta, María era una muñeca, pero algo no cuadraba en lo que me acababa de contar. ¿Cómo podía una muñeca pasearse por la casa?

La deje descansar, me di cuenta de que mientras hablaba, a cada rato miraba a la ventana que casualmente da hacia el patio, como esperando ver a alguien y no era una mirada de esperanza, más bien le preocupaba.

Ya esta situación me estaba molestando pero como todo joven lo olvidé pronto. Pasaron varios años y mi abuelita comenzó a enfermar, mi viejo no tuvo otra que hacerla internar. Con mis hermanos nos turnábamos para acompañarla, yo ya me había casado y mi hija acababa de cumplir los 4 años. En sus ratos de lucidez hablábamos de la infancia de mi viejo, de mi abuelo, al que si bien conocí de muy chico nunca pude recordarlo.

Todavía recuerdo la última noche con mi abuela, había mejorado notablemente, estábamos charlando muy animadamente, nos reíamos de sus anécdotas, era todo en un ambiente muy tranquilo. Antes de que nos quedemos solos había estado mi mujer con mi niña, la hicimos sentar en su falda, ella se sentía muy feliz de tener una nena en sus brazos, lo podía ver en sus ojos, casi con lágrimas se despidió y ya se acostó, yo comencé a acomodarme en la silla, no iba a dormirme en seguida, así que empecé a leer una revista.

No tuve en cuenta que ella seguía despierta, tenía una mirada como de preocupación, le pregunte que le pasaba pensando que ya tenía ganas de que le dieran el alta. Esta vez, ella comenzó el relato.

Primero me pidió que conserváramos la casa, el recuerdo valía más que cualquier dinero, después hablo que en sueños vio a su esposo, quien le pedía que vaya con el (en ese momento me sumí en una gran tristeza, aunque no lo dije, sabía que se estaba despidiendo) por ultimo me dijo que María está muy triste, porque ya no era su consentida y que ella no quería a los chicos, por eso la tuvo que encerrar en el fondo, por eso nadie llega hasta ahí.

No tuve tiempo de procesar lo ocurrido, al otro día ella no reacciono, estuvo una semana y cuando el doctor nos dijo que era cuestión de tiempo, esa misma noche dejo de luchar.

Días después del velorio, con mis hermanos nos pusimos de acuerdo para ir a limpiar la casa, como no podíamos ir todos juntos el mismo día, nos turnábamos y asignábamos sectores para limpiar.

El último día estuvimos todos, menos mi viejo, obviamente por el dolor que le causaba todo lo ocurrido recientemente.

Empezamos macheteando lo que era maleza íbamos por los bordes para dejar lo más pesado para el ultimo, cuando vi la piecita se me erizo la piel, no quise decir nada, solo esperaba a que alguien la quisiera abrir, porque yo no me animaba y también la curiosidad me mataba.

La puerta no tenía manija. Solo la rodeaba una cadena con un gran candado del que seguramente no habría llave, además de que por el paso de los años estaba muy viejo.

Uno de mis hermanos se dispuso a abrir la pieza, pero yo tímidamente le dije que lo dejara así, tal vez las cosas guardadas allí eran tan viejas que ya ni servirían o a lo mejor sería un nido de ratas o vaya uno a saber qué.

No se rieron de mí, pero ellos también sabían que no nos dejaban acercarnos a ese lugar, mi abuela también se los había dicho (después sabría que no todo) ya somos grandes como para andar con chiquilinadas dijeron y con un golpe seco forzaron el candado.

Lo único que pude hacer fue pararme de frente para ver que había ahí, mis hermanos comenzaron a sacar todo del interior. Ropa vieja, cajas con muchas cosas inservibles herramientas, pero una destacaba del resto, era vieja, llena de tierra pero a diferencia del resto no estaba rota, solo había acumulado tierra, pareciera que ni las cucarachas la hubieran tocado. Como cazadores de tesoros mis hermanos empezaron a abrir las cajas, a buscar algo valioso ahí dentro después de años de encierro, yo solamente agarre la caja grande pero no podía abrirla.

Me miraban como si yo escondiera algo o como si supiera que dentro de esa caja hubiera lo único valioso de esa pieza.

No sé cómo, no lo recuerdo, pero nuestras mujeres se acercaron a ver qué pasaba, de la mano de mi esposa mi hija me abrazo la pierna y señalaba la caja, ante la insistencia de todos tuve que abrirla. Dentro estaba una muñeca de porcelana, el tiempo no había pasado para ella, la ropa presentaba algunas manchas pero lo que era el pelo, la pintura y los detalles estaban impecables.

Juro que no me detuve a pensar en la muñeca, mi hija solo la señalaba y me la pedía, por supuesto nadie se opuso a que ella la tuviera, pero no podía dársela así nomas, había que lavar la ropita, limpiar la muñeca y recién entregársela.

Mi esposa hizo el trabajo, la llevamos a mi casa, no pasó nada, la alegría de mi hija era inmensa. Pasaron meses hasta que me percaté de que las llaves de mi auto no estaban donde las dejaba usualmente, mis cosas desaparecían y volvían a aparecer rato más tarde pero en otro lugar. Soy una persona muy meticulosa con sus cosas, por lo que estos detalles no los pasaba por alto, un día medio cansado le reclame a mi mujer lo sucedido, ante su negativa so lo quedaba retar a mi hija, ella por supuesto se negó en todo momento.

En una oportunidad, me había quedado con unos compañeros a tomar unas cervezas después de un partido, no, no estaba pasado de copas, usualmente no soy de tomar hasta emborracharme, llegue a mi casa y al entrar oí risas que venían de la pieza de mi nena, abrí la puerta pero no pasaba nada, ella estaba profundamente dormida.

En otra oportunidad deje mis llaves donde siempre, no pasaron ni 10 minutos que tuve que salir de urgencia a mi trabajo, las llaves ya no estaban en su lugar, las busque por todos lados, ya me estaba desesperando al mismo tiempo que comenzaba a enojarme. Me dirigí hacia donde estaba jugando mi hija, ella estaba jugando a la cocinita ensimismada en su mundo, solo pude ver mis llaves al lado de la muñeca de porcelana. No pensé en nada más, solo en ir rápido a donde me necesitaban.

Habían noches en las que podía escuchar como si alguien caminara como recorriendo mi casa.

La cosa se puso peor cuando vi como mi hijita tenía una marca en la pierna como si alguien o algo la hubiera arañado, primero pensé que había pasado en el colegio pero no, hable con mi señora y estaba tan sorprendida como yo, no me quedo otra que hablar con ella, mientras la interrogaba note como se ponía nerviosa, pensé en 10.000 cosas y me asustaba pensar en lo que estaba pasando, con lo que uno ve en las noticias realmente pasaron muchas cosas por mi cabeza.

Mi hija eludía las preguntas, me ponía cada vez peor hasta que dijo algo en voz baja que me dejo helado… “- No quiero que la Mari me escuche”.

¿Mari? ¿Quién es Mari? Solo miro para el rincón donde estaba la muñeca, en ese momento recordé todo. Mi abuela, sus historias, porque no debíamos abrir la pieza de adobe y por sobre todas las cosas, Mari… María…

No iba a quitarle la muñeca a mi hija, solo espere a que ella se durmiera para poder sacarla y así evitaría que ella llorara o lo que sea que pase, la metí en una bolsa de tela y la ate, acto seguido la deje en el baúl de mi auto, al otro día la llevaría a donde tenía que quedarse.

Apenas Salí de mi trabajo llame a mi esposa y le dije que tardaría unos 20 minutos por otras cosas que tenía que hacer, fui a la feria y compre un candado y me fui a la casa de mi abuela, afortunadamente tengo un duplicado de la puerta, por lo que entrar no era problema. Al bajar de mi auto abrí el capó, juro haber atado la bolsa. Pero sin embargo ahí estaba la muñeca sentada, fuera de la bolsa ya hasta me daba miedo tocarla. Sentí mucho más miedo al entrar a la casa, sentía una presencia, me asusta decir que probablemente era mi abuela, trate de no mirar a ningún lado, podía percibir que me estaban mirando, lo más rápido que pude agarre a esa cosa, la volví a meter en la bolsa ajuste el nudo con todas mis fuerzas y la tire dentro de la pieza.

Me temblaban las manos, escuchaba ruidos, pensaba que se estaba desatando, que algo me estaba asechando el corazón me latía casi como queriendo salirse de mi pecho, no sé cómo, pero logre pasar la cadena de lado a lado y cerré todo con el candado, como un acto reflejo tire las llaves del candado para que nadie pudiera abrirlo, tenía las manos sucias de tanta tierra pegada producto de mi intenso sudor, apenas le di la espalda al lugar supe que no debía mirar hacia atrás, tenía que salir lo más rápido posible, recuerdo que pensaba en salir corriendo pero del miedo solo caminaba, juro por Dios que podía sentir a alguien o algo que estaba a punto de agarrarme. Me sentí aliviado de llegar a la calle, cerré la puerta y jure nunca volver solo a la casa. En ese momento no sabía que me estaba equivocando…

Esa noche no dormí nada bien, tuve pesadillas, todas relacionadas con María (si, era una muñeca pero a estas alturas ya no sabía cómo llamarla) podía escuchar pasos en mi casa, primero pensé que era producto de mi sueño o la terrible vivencia me hacía retumbar todo en mi cabeza, no estaba tranquilo, no hacia otra cosa más que pensar.

Me levante al baño, quería pegarme una ducha, tal vez así conciliaría el sueño, podría descansar, en el momento que me disponía a quitarme la ropa escuche que alguien caminaba y se reía. Salí con mucho miedo y comencé a recorrer mi casa, no alce la voz porque dentro mío ya asumía lo que pasaba. Camine por todos lados y no encontré nada, por un instante me tranquilice, ya no pensaba en bañarme, volví a apagar la luz del baño y pude ver con claridad como del agua en el piso salían huellas como de pisada de un niño.

Corrí hasta la pieza de mi hija y ella está dormida, le toque los pies para asegurarme que no fuera ella y no había forma de que fuera ella, después de unos segundos me percaté de que las huellas eran más pequeñas de las que podría hacer mi hija. En ese momento se oyó como caía un juego de llaves, en el piso de la cocina estaban las llaves de mi vehículo pero en el llavero había dos llaves más que yo nunca tuve. Todavía recuerdo el escalofrío que me recorrió todo el cuerpo al ver que esas llaves eran del candado donde había encerrado a la muñeca.

Tenía mucho miedo, pero no podía permitir que la situación siguiera. Agarre un rosario bendecido que mi señora tiene y agua bendita que le había dado mi suegra, con todo y eso no me sentía protegido, me sentía como si tuviese 10 años. Me arme de valor y volví a la casa de mi abuela, sabia a lo que me enfrentaba, pero como dije antes, no podía dejar que esto siga. Entre rezando, prendí todas las luces, para ir al fondo lleve una de mis linternas más potentes, recuerdo haber estado más de 5 minutos intentando meter la llave en el candado, recuerdo oír pasos a mi alrededor. Cuando por fin pude abrir la puerta, ahí estaba, nuevamente fuera de la bolsa, mientras la insultaba comencé a cavar un pozo ahí nomás, rezaba, la miraba y la insultaba.

Una vez logrado el objetivo me dispuse a rezarle como si de un entierro se tratase, esta vez, la bolsa la dejaría abajo como una especie de colchón y con mucho cuidado la puse en el pozo, seguía rezando y no le sacaba la vista de encima, para terminar con todo de una maldita vez le tire un poco de agua bendita mientras le rezaba, en ese preciso momento se escuchó claramente como si la porcelana se rajara, no me atreví a alzarla para ver donde se había roto. Segundos antes de comenzar a enterrarla pude ver como de entre su ropa salían muchas hormigas negras, me impresiono ver eso, pero interiormente sabía que todo había terminado.

Volví a mi casa y me dormí ya del cansancio, pasaron los días y ya no pasaba nada en especial, con el tiempo me auto convencí de que nada había pasado hasta hace unos días, en el que fui a visitar la tumba de mi abuela.

Mientras le dejaba flores y limpiaba el lugar llego justo una vecina, me saludo con mucho afecto, charlamos de lo amigas que eran y de lo mucho que se hacía extrañar.

No recuerdo como salió el tema de conversación, pero yo escucho tu programa todos los viernes y esta señora casualmente también, en el momento que hablábamos del programa, justo un momento antes de despedirme esta señora me dijo que le pase misa a mi abuela, porque en estos últimos días ella escucha como que una mujer llora, el sonido proviene de la casa de mi abuela, algunas veces el llanto es más fuerte en la madrugada y proviene del fondo...

sábado, 30 de marzo de 2019

LA LEYENDA DEL YACURUNA




La Selva Peruana, encierra un sin número de misterios y peligros en la profundidad de sus bosques; mitos y leyendas de seres mitológicos que forman parte del día a día de los nativos.

Y es que basta que alguien quiera tratar el tema, para que los mayores, sean hombres o mujeres, narren fabulosas historias sobre animales fantásticos, extrañas apariciones, brujería, magia negra y encantamientos que los presentes escuchan con avidez y respeto.

Uno de aquellos enigmáticos seres que habitan en aquellos lugares, es un demonio maligno llamado el Yacuruna.

El Yacuruna, del Quechua "Yaku" : Agua o Río y "Runa" : Hombre o Gente; literalmente "Hombre del río", es el espíritu mágico más importante de la selva baja. Manda sobre todos los animales y genios del agua, suele ser invocado por los chamanes y curanderos, en las sesiones de ayahuasca, tanto para hacer el bien como para hacer el mal.

Muchos consideran al Yacuruna un dios; que rige los ríos y los lagos de la Amazonía cerca de Iquitos. Él tiene el poder para convertirse en un ser humano; dando la apariencia de ser un tipo atractivo para las mujeres de la zona.

Usando sus poderes mágicos de seducción, tiene por costumbre engañar a las muchachas inocentes, enamorándolas y seduciéndolas; una vez que han caído a sus hechizos, rapta a estas mujeres para su hogar; en las profundidades del agua donde se convierten en los seres subacuáticos parecidos al Yacuruna, para nunca más verse otra vez por el mundo exterior.

Según esta leyenda de Iquitos, el Yacuruna en apariencia es parecido al dios Poseidón de mitología griega. Un Ser Anfibio, cubierto de escamas verduscas, los ojos de un demonio lujurioso en búsqueda de víctimas.

Se dice que él Yacuruna viaja por los ríos y los lagos de la Amazonía por la noche montando un enorme cocodrilo negro, ataviado con una boa que lleva como un collar. También, algunos dicen que la Yacuruna se puede trasmutar en un delfín rosado. Además, muchas personas de Iquitos creen que el delfín rosado del rió es atraído hacia el olor de sangre de mujeres menstruantes. Una vez que su víctima inocente está ubicada, El Yacuruna puede transformarse desde la forma de un delfín en la imagen de un forastero bien guapo. Una vez en forma humana, la Yacuruna pueda hipnotizar a la chica y pueda usar artes para seducirla. Bajo de sus hechizos, la mujer está secuestrada por el hechicero y traída para su reino en las profundidades de los ríos y los lagos de la Amazonía.

Según cuenta la leyenda, el Yacuruna puede comunicarse con los animales acuáticos y utiliza sus poderes para dominarlos. Se afirma además que duermen durante el día en las profundidades de las aguas, pero cerrando solo un ojo, ya que siempre están en estado de alerta al tener numerosos enemigos, y tiene razones para ello, ya que en varias ocasiones los nativos a quienes les arrebato sus mujeres, intentaron cazarlo en su propio refugio, fracasando en su intento ya que generalmente terminan siendo devorados por los cocodrilos que custodian el lugar. Quienes pudieron escapar con vida, aseguran hacerlo visto dirigiendo los ataques y lo describen como parecido a los anfibios por el color azulado de su piel, extrañas protuberancias alrededor del cuello y poseer unos ojos de gran tamaño, por lo que están convencidos que no se trata de un ser humano. A pesar de que los brujos muchas veces pactan con estos demonios para llevar a cabo - según afirman - sus curaciones, maleficios o salvar la vida de algún desaparecido, se puede adivinar que tras la presencia de estas siniestras criaturas se esconde algo mucho más oscuro y aterrador, siendo la principal incógnita su procedencia.

LA LEYENDA DEL MANANANGGAL



Las Filipinas son el hogar de algunas de las islas más hermosas del planeta. Consta de más de 7000 pequeñas islas con densos bosques.

Aunque estas islas son lugares paradisíacos, los lugareños afirman que estos bosques albergan criaturas siniestras, vampiros tales como el Aswang, y el Manananggal, Los informes incluyen una variedad de características diferentes entre estos tipos de vampiros, pero siempre se les confunde, ya que sus víctimas son encontradas muertas de manera similar.

El Aswang no posee alas y por lo general en el día en su forma humana, interactúa con la población de las islas, pero el Mannananggal no.

En esta ocasión, hablaremos de la leyenda del Mannananggal.

El nombre Manananggal proviene de la palabra tagalo "tanggal" que significa separar. Manananggal literalmente significa "uno que separa".

Siempre son retratados o descritos como mujeres; algunos relatos los han descrito como seductores y hermosos, aunque otros los describen como repulsivos. El Manananggal es a menudo representado como una mujer hermosa. Habita con la gente del campo en el día para buscar una presa, pero en la noche, se transforma en un monstruo. Primero aplica un aceite especial en su cuerpo y luego desarrolla un par de alas de murciélago y una lengua hueca muy larga que puede desgarrar la carne humana. Luego se separa en la cintura, dejando la mitad inferior del cuerpo de pie en el bosque mientras vuela en busca de víctimas.

Se dice que Manananggal a menudo se dirige a mujeres embarazadas para sus bebés por nacer. Una vez que Manananggal encuentra su presa en el día y trata la tierra donde vive la madre, vuela al techo de la víctima y espera pacientemente a que todos se duerman. Después, el Manananggal crea un agujero en el techo con su afilada lengua hueca y lo usa para succionar al feto con el vientre de la madre. La lengua también se usa para chupar la sangre y las entrañas de sus víctimas.

Se cree que el Manananggal tiene un compañero, llamado tiktik que anuncia el acercamiento del Manananggal. Como una manera de confundir a las víctimas de Manananggal, el ruidoso llamado de los tik-tik significa que Manananggal está todavía muy lejos y se debilitará a medida que el Manananggal se acerque.

El Vampiro se posa en la parte superior de una choza y desliza su lengua extremadamente larga a través del techo de paja y en la habitación donde la víctima está durmiendo. Mientras succiona la sangre de los adultos mientras duermen, su comida favorita es la sangre de un feto no nacido. Esto explica cualquier aborto involuntario en la comunidad.

En Filipinas, a menudo se cree que Manananggal reside principalmente en las provincias de Visayan, Capiz, Iloilo y Antique. Vive en la ladera de la montaña de estas provincias, pero vive con personas en el día.

EL MIEDO

domingo, 3 de febrero de 2019

LA LEYENDA DE LA SIGUANABA



Esta es una de muchas leyendas y para su servidor la mas exacta aunque eso mis estimados lectores queda a su criterio, nosotros traemos estas leyendas para su deleite y esperamos les guste; pues la siguanaba no era su nombre real y tampoco fue siempre un espectro; según relatos era una campesina muy bella llamada Sihuehuet (mujer hermosa) que uso sus encantos femeninos ademas de la magia negra para hechizar y seducir a Yeisun, príncipe nahua, hijo del dios Tlaloc.

Así logro desposar a Yeisun y convertirse en princesa, con el príncipe lograron engendrar un hijo al cual llamaron Cipitio. Una ves casada con Yeisun este deja solo su hogar para pelear una guerra; la ausencia de el príncipe se tradujo en infidelidades por parte de Sihuehuet y el descuido y abandono total de su hijo, El Cipitio. el cual se alimentaba de cenizas, estaba barrigón y enfermo.

Lo peor fue cuando el hambre de poder le llevo a transformar a su esposo el príncipe Yeisun en un monstruo gracias a un brebaje mágico, así reclamaría el trono para uno de sus amantes.

Yeisun fue convertido en una bestia de dos cabezas que causaba terror en el reino, en una fiesta Yeisun empezó a acosar a los invitados llenándolos de terror, un guardia enfrenta a la bestia, venciendo y matando a la misma!! así termina la vida de el pobre Yeisun.

Tlaloc al fin de todo se da cuenta de todas la atrocidades hechas por Sihuehuet, conversa con el dios Teotl pidiendo su ayuda. Teotl maldijo a Sihuehuet, con esta maldición pasaría a llamarse Siguanaba (mujer horrible) Ella seria hermosa a primera vista, pero al observarla de cerca se transformaría en ese ser horrible que espantaría a sus victimas y las haría caer por barrancos lejos de la población.

Fue condenada a vagar por los campos y aparecersele a hombres viajeros de noche o incautos que gozan del alcohol y las mujeres, cuentan que se le ve de noche por ríos, lagos u otras fuentes de agua; siempre busca a su hijo El Cipitio a quien el dios Teotl le concedió la juventud eterna como castigo para La Siguanaba por no cuidarlo como toda buena madre.

Cuentan personas que han tenido contacto con este ser espectral o anécdotas de nuestros adultos mayores, que es una mujer hermosa, cuando caminan de noche por el campo se escucha el sonido de la ropa golpeando las piedras (sonido clásico de quien lava ropa en un rió o lago) la curiosidad los lleva a investigar y la sorpresa es que ven a una joven con ropa o camisón traslucido, dejando ver una bella figura femenina mas no el rostro que siempre esta cubierto por su largo cabello.

El hombre con lujuria y viendo las soledad llega hasta esta hermosa mujer tratando de seducirla a lo cual la Siguanaba atiende y deja acercar, el problema es ya estando frente a ella revela su condición espectral! muchos cuentan que su cabeza toma imagen similar a un caballo, otros que se vuelve un cráneo; la verdad solo son las historias que hemos escuchado y la descripción de la siguanaba mas acertada y que la gran mayoría conocemos es la de una mujer horrible, con senos que llegan hasta el suelo, cabello enredado y demoníaco, largas uñas y una carcajada diabólica, este es el castigo de la pobre Sihuehuet.

Otros cuentan que la ven bañándose con guacal y peineta de oro, también se dice que para no perder el alma en el encuentro se debe morder una cruz de metal y encomendarse a Dios.
Algunos dicen que hay que ser valiente y tratar de halarle el cabello ya que así se asusta y se lanza por los barrancos, también sujetarse a una hierba llamada escobilla y cuando La Siguanaba te este halando se asuste y te deje en paz.

Cuando un hombre ha fallado en todo esta defensa y ha sucumbido a la siguanaba, se dice que a este hombre lo gano o lo jugo (que ha ganado su alma y ha quedado sin conciencia).

Conclusión
Podemos seguir escribiendo sobre este personaje y no terminaríamos con tanto que contar, la verdad como toda leyenda de terror su origen se remonta a la colonia para así los españoles mantener el control sobre los indígenas y mestiza. Lo que si podemos asegurar es que es parte de nuestra cultura y folclore aunque la siguanaba y su leyenda se extiende por toda Centro América y parte de México; se le conoce de diversas nombres pero al fin la misma: 

Costa Rica; Cegua
El salvador; Siguanaba
Guatemala: Siguanaba o Siguamonta
Honduras: Sigua o Sucia

MALDITAS BRUJAS - HISTORIAS DE TAXISTAS

jueves, 17 de enero de 2019

LO QUE ACECHA EN LOS CAMPOS



Fue solo hace algunas semanas que los bultos de paja empezaban a alejarse de la casa. Cada mañana cuando despertaba, cada bulto se movía algunos metros del lugar donde se encontraban. Asumía que eran bromistas con cierta capacidad intelectual y métodos de diversión limitados, así que lo ignore. En pocos días, los bultos empezaban a alejarse hacia los límites de la granja. Estaba fastidiado del jueguito para ese entonces y decidí colocarlos en su lugar. Me tomó una tediosa hora ponerlos de nuevo en su lugar, cerca de la casa, y para ese entonces estaba listo para romperle el cuello a cualquier idiota que decidiera infortunarme de tal manera.

 A la mañana siguiente, encontré a todos mis caballos
decapitados… El olor fue lo que me despertó. Cada uno de ellos acostado de lado dentro su establo. No había señales de las cabezas. Pasé el resto del día limpiando el desastre y enterrando los restos. Fue entonces, cuando noté que los bultos de paja habían regresado a sus posiciones del día anterior, esparcidos a los lejos, en los campos. Esta vez, los dejé en donde los encontré, resignado, sin darles mayor importancia a ellos sino a mis caballos. Sin duda, quien lo había echo debía pagar por tal aberración.

 Esa noche, me senté en el porche con mi escopeta en mano, y una taza de café en la tabla a mi lado. Me senté por horas, fijando mis ojos en el campo para tratar de encontrar al tipo que movía mis bultos de paja. Finalmente, empecé a quedarme dormido… Y me hubiese quedado dormido, a no ser porque en el momento en que mis ojos empezaban a cerrarse, escuche a los arboles del bosque cercano agitarse y estremecerse. Me levanté, con el corazón latiendo fuertemente; Caminé, con mi escopeta al frente. Tenía que atrapar al bastardo. Esperé ansiosamente por cualquier persona que se acercara lo suficiente para sorprenderme o para yo sorprenderlo a él.

 Fue entonces cuando algo se me acercó lo suficiente para poder yo distinguir su silueta en la oscuridad. La cosa que asechaba en los bosques cercanos a mi granja, parecía no notar que yo estaba sentado cerca. Parecía acechar, encorvada con la postura de un ladrón de carteras. De no ser porque, aun encorvada, tenía unos 4 metros de alto, parecería frágil. Los delgados brazos y piernas, y su pecho emancipado, me recordaban a un animal muriendo de hambre. Sin embargo, esta cosa era increíblemente fuerte, pues vi como cargaba un bulto de paja bajo cada uno de sus brazos con facilidad, y lo acomodaba con cuidado a lo lejos. La observe trabajar, moviendo cada uno de los bultos con cuidado. De vez en cuando se desencordaba para buscar por más bultos en el campo, antes de ajustar el bulto en el que trabajaba.

 Antes de que decidiera retirarme, note que miraba a mi casa. Sentí sus ojos barrerme en la oscuridad, pero no estoy seguro de que me haya visto. Entonces, esa cosa giró sigilosamente y regresó por donde vino, a la oscuridad de los bosques. Me tomó una hora antes de recuperar el valor para osar mover apenas un músculo nuevamente. Me metí a mi casa después de un tiempo, pero no dormí en esa noche. Fue solo hasta que el sol salió, que me atreví a poner un pie fuera de mi porche hacia los campos. Los bultos de paja estaban donde los había dejado, esa cosa. Sin embargo, noté que esta vez no los había movido tan lejos como las noches anteriores; Parecían marcar una especie de línea. Y mientras caminaba alrededor de la casa, vi que formaban un distintivo círculo alrededor de mi casa, conmigo en el centro. Me di cuenta que los bultos estaban formando una especie de frontera, como si esa cosa estuviera enviándome un mensaje. Pude dormir un poco esa noche, y solo porque estaba agotado.

La siguiente mañana, no hubo movimiento de los bultos. No se movieron para nada por el resto de la semana, de hecho. Estaban finalmente donde esa cosa quería que estuvieran. Enfermé tratando de interpretarlos. ¿Por qué esa cosa habría invertido tanta energía moviendo bultos de paja, y amenazarme con tanta violencia en caso de que yo interfiriera? Asesinar mis caballos fue solo eso: una amenaza. Una amenaza inteligente. Sabía que me asustaría, y sabía que entendería las implicaciones. El sonido de un automóvil trabajando cerca del camino a mi granja, un mañana, me dio un golpe de emoción. Planeaba abandonar la granja desde que ví a la cosa, pero no podía irme a pie sin arriesgar a que me hiciera lo que le hizo a mis caballos. Pero, si podía llegar al automóvil que se aproximaba, lo pararía sin importarme quien fuera, así tuviera que asaltarlos.

No tuve la oportunidad.

El carro avanzo lentamente por el camino. Le hice señales para que se apurara. Fue cuando pasó entre dos de los bultos de paja que estaban colocados en cada lado del camino, que escuché un estruendo en los bosques. La cosa salió de repente de entre los árboles corriendo en sus cuatro flácidos y terribles miembros hacia el automóvil. En solo instantes, se lanzó al auto como un felino depredador; en segundos, estaba pelando la carrocería de metal del auto, tratando de llegar al conductor. El hombre, quien haya sido, gritaba, mientras yo solo podía escuchar el crujido del metal y el romperse de lo vidrios. Fue entonces que la cosa lo aplasto en su mano, cuando dejó de gritar el hombre. Lo aventó, y se desencorvó para mirarme nuevamente.

 A plena luz del sol, pude ver la falta de humanidad en ella. Estaba compuesta de algo asqueroso, terrible y… vivo, lo cual estaba pegado formando una burla del semblante humano.

 La cosa se regresó a los bosques, y yo me no logré moverme, había presenciado algo que no pensaba hasta hace poco poder repetir, no podía quitar mis ojos del lugar donde mis esperanzas sucumbieron. Mi ojos miraban a donde se encontraba el auto, con la maquina todavía trabajando, entre los dos bultos de paja. De repente, entendí. El mensaje era claro. Soy el prisionero de esta cosa. Y no se me permiten visitas. Nada podrá cruzar las fronteras que me impuso. Estoy atrapado aquí, por lo que acecha en los campos. Y no me pide nada excepto, que no puedo marcharme de aquí. Es su capricho, yo soy lo que quiere. Aun así, no creo soportar ser el canario de esa cosa.

 He pensado mucho en los últimos días, desde que vi como aplastaba a ese hombre. Si cruzo la frontera de bultos de paja, probablemente me hará lo mismo; Aplastará mi cráneo antes de que pueda poner mis manos para protegerme… Después encontrara una nueva mascota que pueda quedarse quieta sabiendo que esa cosa está esperando afuera, observándola con esos grandes y brillantes ojos pero yo no puedo. He estado pensando en los últimos días y… voy a intentar escapar. 

EXISTE OLVIDO, PARA AQUEL QUE ODIA



Hubo una época de mi vida en la cual me sentía devastado, no tenía ánimos, no me preocupaba por mí mismo ni por los demás, no esperaba nada bueno día a día, solo me interesaba llegar y aislarme de todo.

Un día desperté y me sentí extraño, el clima, la personalidad de todos era diferente, fui a la universidad como siempre pero nada era igual, incluso escuchaba ruidos extraños, murmullos, creí que era idea mía así que no preste atención, seguí mi día como si nada y así hasta la hora de dormir.

Desperté…

Me bañe, me vestí y arregle mis cosas para la escuela pero cuando abrí la puerta de mi habitación no encontré las escaleras de mi casa, sino un pasillo oxidado, parecía un hospital o algo así, quede atónito, era irreal, voltee para volver a mi habitación pero ¡ya no lo era¡ parecía una sala de quirófano y en la camilla había un cadáver pútrido, entre sus costillas se podía observar su corazón que latía y bombeaba lo que parecía ser sangre por unos tubos transparentes atreves de las paredes de la habitación, me recargue en una pared para tomar un respiro y rogué por que fuera una pesadilla, me solté cachetadas para despertar… pero no era un sueño, estaba desesperado pero tenía que salir de ahí de alguna u otra forma así que me arme de valor y entre a la única puerta hacia el hospital , apenas había avanzado unos metros cuando empecé a escuchar un alarido desgarrador parecían lamentos o algo similar, me puse nervioso y apresure el paso sentía que me seguían y escuchaba como si algo caminara sobre las tuberías del techo, no lo resistí más puse mi espalda en la pared quería estar alerta y si había algo o alguien aparte de mi ahí no quería que me tomara por la espalda, casi al instante salto desde el techo una figura humanoide, era una criatura alargada algo jorobada con afilados colmillos y garras, estaba ensangrentado parecía un cadáver mutilado con una profunda mirada perdida, Salí corriendo por instinto y esta abominación me persiguió, corría de una forma escalofriante, sus brazos parecían estar colgados y se movían de un lugar a otro mediante se movía, era más rápido que yo alcanzo mi pierna clavándome una de sus garras, tropecé y esta criatura se abalanzo sobre mí, intento morderme pero logre cubrirme con mi brazo, su mordida fue tan dolorosa que no sentía mi extremidad, a mi costado vi un viejo pedazo oxidado de tubería suelto lo tome y lo golpeé tan fuerte que me dio tiempo de encerrarme en una habitación continua, me tranquilicé e hice un torniquete en mi brazo con un trozo de mi chamarra para evitar la pérdida de sangre apenas podía moverme gracias a la adrenalina y entre a otra habitación, era un pasillo muy largo, con cuerpos colgados en ganchos para carne, seguí avanzando y vi que cada uno de ellos era un conocido, un amigo o un familiar me llene de tristeza y horror, pero sabía que debía continuar.

Llegue al final, había una vitrina donde se encontraban conectados las tuberías de sangre que había visto en el quirófano, me acerque a ver dentro de ella y vi un corazón negro que latía gracias a toda la sangre que llegaba, junto de él había una daga con una inscripción que decía: “Existe olvido para aquel que odia, Existe libertad al vencer tu odio”

Las luces se apagaron, segundos después prendieron de nuevo pero la sala había cambiado, ya no era un pasillo largo con cadáveres colgados, sino una habitación cuadrada con un espejo enorme frente a mí, me observe a mí mismo, observe mi rostro y me di cuenta de que yo era quien había creado mi propio olvido, mi propio dolor, había generado tanto odio en mí que me estaba matando, me arrodille con profunda tristeza, y no pude contener las lágrimas.

Levante la mirada al espejo, ahora había una silueta de una mano y escrito con sangre “¿Estás Listo?” me levante y coloque mi mano en la silueta las luces se fueron de nuevo por unos segundos y al regresar estaba la criatura frente a mí con una extraña llave incrustada en su pecho, también había otra daga en el suelo frente a mí que decía “La llave hacia la llave de tu libertad”, tome la daga y corrí contra la criatura, luche contra ella otra vez, hasta que vi mi oportunidad y logre arrancar la llave que tenía en su pecho, la criatura lazo un lastimero alarido y callo contra el suelo, corrí hacia la vitrina use la llave tome la daga dentro de ella y la clave en el corazón negro que se encontraba dentro, sonaron miles de alaridos escalofriantes no lo soporte solo caí desplomado al suelo.

Cuando desperté me encontraba en el suelo de mi habitación, corrí a abrir la puerta y estaba de vuelta en mi casa, pensé que todo había sido una pesadilla pero al revisar mi brazo tenía una cicatriz que decía “Jamás lo podrás olvidar”.

Desde ese día aprovecho todos los buenos momentos y me alegra seguir aquí y poder contarles esta historia.

Aunque quien sabe, tal vez tú seas el siguiente. 

TANATOPRAXIS



Hace algún tiempo fui tanatopraxista en una funeraria muy prestigiosa. Mi trabajo consistía en preparar los cadáveres que llegaban para presentarlos de la mejor forma posible ante sus familiares al momento de su velorio e inhumación, para muchas personas la sola idea de tener cerca el cuerpo frío de un cadáver pudiera parecer impensable; pero para mí era algo común, era algo que tenía que hacerse y lo hacía con gusto para poder ganarme la vida a través de la muerte. El lugar donde laboraba era como todas las funerarias en el interior. Las instalaciones en las capillas velatorios eran muy lujosas y tenía muchas prestaciones para los dolientes. Mientras que la sala de embalsamamiento era muy equipada y con 2 mesas para embalsamar, aunque siempre ocupábamos una.
Recién había llegado a trabajar a ese lugar haciendo mis prácticas; los compañeros y ayudantes frecuentemente contaban sucesos extraños que pasaban durante la labor e incluso mientras los cuerpos inertes permanecían en las mesas para embalsamar; pero además de eso se corrían rumores que en una de las salas velatorios llamada “el manantial” ocurrían sucesos paranormales que habían espantado a propios y extraños. Siempre pensé que solo eran cuentos y supercherías para asustar a los niños, como buen escéptico evitaba entrar en debates sin saber o simplemente hacia oídos sordos a las historias que contaban; pero todo eso cambió una noche.
Tenía el turno de noche y caía una tormenta sobre la ciudad. No había servicios programados, ni difuntos que velar así que debía ser una noche tranquila. No me gustaba ese turno y menos que lloviera por que continuamente había bajones de corriente y corte de luz, así que mataba el tiempo con una taza de café y jugando solitario en la computadora. La atmosfera fría del recinto de pronto fue inundada por el ruido del teléfono al sonar y nos avisaron que había que recoger un cadáver en una localidad algo alejada de la ciudad, era manejar por carretera y entre la lluvia no era una idea que me agradara mucho ; pero era trabajo y urgente además. Después de unas horas manejando entre truenos y relámpagos llegamos a una comunidad muy metida, entre brechas y caminos enlodados. Al llegar notamos que las personas nos esperaban con ansiedad. Lejos de los habituales llantos y lamentos desgarradores, los deudos del difunto nos apresuraron para que nos lleváramos el cuerpo. Luego de los trámites para el traslado subimos el cadáver a la camioneta y nos regresamos a la funeraria. El camino me pareció aun más largo y tedioso por la lentitud con la que íbamos a causa de la lluvia.
Luego de llegar y meter el cuerpo en la sala de preparación, mi compañero y yo nos colocamos el equipo para “trabajar” el cuerpo. Mientras leía el parte médico y el certificado para determinar las causas de la muerte y padecimientos previos, mi compañero salió a buscar unos elementos que ocuparíamos para la bomba inyectora. Estaba absorto en la lectura de los detalles médicos y eran muy extraños. Intempestivamente escuché un retumbar en el techo, fue como si alguien brincara pesadamente y luego pasos apresurados que se dirigían a las escaleras que bajaban a la sala, al principio pensé que había sido mi compañero que compraba por alguna golosina en las maquinas expendedoras de los velatorios; pero al verlo aparecer por la puerta que daba a un pequeño armario donde guardábamos batas y mandiles, me hizo ponerme en alerta y más cuando me dijo:
–¿Escuchaste eso ?
Nos miramos con desconcierto y ansiosos porque sabíamos que estábamos solos, no había familiares, ni servicios funerarios en las salas. Intentamos darle una explicación al asunto, primero pensamos que el viento había entrado por una ventaba y tirado algún pedestal de sirios; pero eran pesados. Luego que se había metido alguien, era improbable, todo estaba bien protegido por rejas y alarmas. Por último pensamos que había sido el guardia nocturno que fue por dulces a la máquina; pero pensé en mis adentros que él era supersticioso y nunca salía de su caseta de vigilancia durante la noche más que para abrir las rejas o puertas con código de seguridad.
Sin mediar mas y algo tensos, decidimos dejar ese episodio extraño y nos concentramos en nuestra labor, el cuerpo ya estaba en la mesa de preparación, como aun éramos estudiantes de medicina, nuestra tarea principal era extraer los fluidos del cuerpo e inyectarlo con una mezcla de formol, alcoholes y colorantes con la bomba inyectora a través de las arterias. El trabajo que hacíamos a veces pudiera parecer asqueroso e impresionable para algunas personas; pero nosotros acostumbrados a ver y abrir cuerpos muertos no lo era tanto. Además de la preparación médica que era necesaria tener, había que tener estómago y mente fuerte para soportar todo el proceso de abrir y limpiar un cadáver.
La práctica se complicó muchas veces, nunca había trabajado con un cuerpo tan “especial” como ese, las máquinas fallaban continuamente en la extracción de fluidos. La sangre del cuerpo era extrañamente espesa y obscura, como si tuviera días de muerto, incluso salían pequeños coágulos negros que tapaban las líneas de las máquinas de vacío, era imposible. El parte médico indicaba que no tenía más de 12 horas de muerto, el ambiente a medida que pasaban los minutos se hacía más tenso y agobiante. Para hacer más inquietante el cuadro, el cuerpo tenía una gran cantidad de espasmos postmortem que jamás hubiera visto, era como si tratara de evitar que lo punzáramos o le hiciéramos algo, aquello dejo de ser algo rutinario por algo con tintes macabros, Ya que el aspecto del cadáver era inquietante, no era una persona con facciones normales, era…era una locura; pero había que continuar.
Cuando por fin acabamos, debíamos suturar los orificios por donde se habían hecho las extracciones. Ya estábamos muy cansados y la tensión gobernaba nuestros cuerpos y mentes. Yo me sentía somnoliento y apenas podía mantenerme en pie y para colmo me di cuenta que no teníamos hilo para suturar, así que nos lanzamos una mirada de desasosiego mi compañero y yo, uno de los dos tenía que ir por el hilo al almacén que se encontraba al otro lado de la sala y tenía que caminar por un pasillo obscuro e iluminado por los ocasionales relámpagos de la tormenta que aun continuaba, no sabía que era peor: si hacer eso o quedarse con el cuerpo inerte a riesgo de que se fuera la luz.
Como deseaba descansar, decidí quedarme a lavar el instrumental, mientras que mi compañero iba a ir al almacén por el hilo. Comencé entonces a juntar el instrumental y me dirigí a la tarja al otro extremo de la sala donde se lavaba el instrumental y otras cosas. Al abrir el grifo sentí una corriente de aire helado que me invadió y me erizo la piel, en eso siento un firme toque en el hombro, creyendo que era mi compañero escucho que dice con una voz un tanto ronca: “Me voy…” Enseguida vi en el reflejo del azulejo a una persona que abría las pesadas puertas laminadas y salía. Pensé que era mi compañero por el color de la vestimenta, luego de ver esto al hacer un lado el jabón liquido me di cuenta que ahí estaba el hilo y la aguja para suturar, los tomé y corrí a la puerta para gritarle a mi compañero que no fuera por ellos; pero al salir solo vi obscuridad y el reflejo de un relámpago seguido de un estruendo me hizo estremecer. En eso mi compañero abre las puertas de la sala y me dice con rostro impaciente:
–¿A dónde vas? Tranquilo, solo me quité los guantes y dejé el mandil en el armario.
Sin poder comprender lo que sucedía y agobiado por un leve temor que hizo temblar mis piernas, me metí de nuevo en la sala y me senté, le conté a mi compañero lo que vi y se sorprendió al igual que yo por esas afirmaciones, al final intentamos darle una explicación y dedujimos que era cansancio. No quisimos darle más vueltas al asunto y suturamos rápido el extraño cuerpo.
A la mañana siguiente cuando llegué al turno, la funeraria estaba muy activa, los servicios para el muerto de la noche anterior se llevaban a cabo, había poca gente en la sala y nadie se veía acongojado, pude escuchar algunos murmullos sobre el gusto que les daba a algunas personas el que esa persona hubiera muerto, había sido muchas cosas en vida. No me interesó saber más y antes de bajar a la sala para checar mi entrada, la curiosidad y el deseo de saber que había pasado durante la madrugada me hizo ir al cuarto de vigilancia donde estaban los monitores y los discos de grabación. Me llevaba bien con el guardia y éramos amigos, así que no hubo problema en que me mostrara los videos de la sala de embalsamamiento, el era también supersticioso así que al contarle lo que había experimentado se emocionó y se dispuso a ver el video.
Llegamos a la parte en donde comenzaba a lavar el instrumentar, en ese instante la grabación se “granulo” y mostró algo extraño en ella. Se ve claramente como una especie de sombra obscura sale del cuerpo del cadáver y se acerca a mí y enseguida con una velocidad inusual sale abriendo las puertas y desapareciendo en la obscuridad del pasillo. Mientras yo salgo corriendo y mi compañero atrás de mi. Después de ver eso mi entendimiento y mis creencias dieron un giro, había algo extraño en todo eso; pero no quise saber más del asunto y eso solo fue el principio de muchas experiencias con lo siniestro.