domingo, 31 de enero de 2016

MI CHICA



Su nombre es Jessica. Tiene veintiséis años, y es mi chica. Nunca había creído en el amor a primera vista hasta que la conocí. Fue un día lluvioso en septiembre del año pasado. Estaba sentándome en la parada del autobús, esperando que la lluvia parara para continuar mi caminata al apartamento, cuando se sentó a mi lado con su periódico.

No pude evitar mirarla por un momento demasiado largo. Creo que sintió que estaba mirándola, porque me miró con sus grandes ojos azules y su pelo oscuro cayendo en su cara. Me enamoré de ella inmediatamente. Hablamos un rato; se veía nerviosa porque su autobús estaba tardando. Finalmente llegó diez minutos después, y me metí en él con ella para que pudiéramos continuar nuestra conversación. La vi bajarse en su parada, caminar a su casa y entrar. Luego caminé al apartamento con mariposas en mi estómago.

Me mudé con Jessica unos dos meses después de conocernos. Ambos éramos tan felices. Ella solía cantar tan hermosamente cuando se preparaba para el trabajo en las mañanas, cuando cocinaba la cena, cuando llegaba a casa, cuando se preparaba para ir a dormir. Sentía mariposas de nuevo cuando sonreía. Nunca imaginé que podría ser tan feliz.

Hacíamos todo juntos. Íbamos al cine, corríamos en el parque y amaba mirarla jugar videojuegos. Nunca había sido un fanático, pero mirarla jugar siempre era tan divertido. La vida se veía tan perfecta.

Así fue hasta que su madre falleció tres meses después de que me mudé. Jessica empezó a aislarse luego de eso. Se volvió tan deprimida que pasaba días en su casa sin moverse, sin dormir. Cuando dormía, gemía suavemente y balbuceaba cosas sin sentido, despertándose en pánico. Nuestra casa ya no contaba con el eco de su hermosa voz. Fue reemplazada con los sonidos de su llanto, desde lloriqueos gentiles hasta horas de sollozos altos. Su dolor podía escucharse desde cada cuarto de la casa. Casi nunca se iba, y sus amigas dejaron de venir; se negaba a abrir la puerta cuando tocaban. Se encerró en la habitación. Me daba tanto miedo dejarla sola que llamé a mi jefe y renuncié. Nunca le conté, pero nunca preguntó.

Me sentí tan atrapado. No podía irme. No podía comer. Dormía cuatro horas por noche con suerte. Demonios, si tenía que ir al baño, lo aguantaba hasta tener miedo de hacerme encima. Si no estoy mirándola, ella quizá… No quiero pensar en lo que pueda hacer. Trato de seguir con la vida y tener una actitud positiva. Vivo con el amor de mi vida, y cuando duerme, me levanto para acurrucarme en la cama con ella y sostener su mano mientras la abrazo, esperando que mi tacto quizá la reconforte.

En estos últimos meses, Jessica se ha vuelto paranoica. Clama que está siendo vista por el fantasma de su madre. Va cuarto por cuarto, gritando: «Mamá, sé que estás conmigo. Por favor, muéstrate. Te extraño mucho». Rompe mi corazón verla y escucharla hablando con cuartos vacíos, pero parece reconfortarla en formas que yo no puedo hacerlo. Parece que puede relajarse más; debe ser terapéutico. Ha empezado a sentirse bien dejando la cama, y luego saliendo de casa. Empezó a cantar de nuevo; suavemente y con voz temblorosa al principio, pero ahora su voz es casi la misma que antes. No tanto, pero cerca. Cree que al fantasma de su madre le gusta escucharla. Supongo que debo dejarla continuar con su ilusión. Parece que ayuda, y ahora a veces tengo tiempo para salir por aire fresco y comida. Supongo que también me ayuda.

Sin embargo, se ha vuelto olvidadiza. La escucho siempre hablando consigo misma. «Juro que puse mis chanclas junto a la cama», o: «¿Ya me comí ese espagueti?». Culpa al fantasma por mover sus cosas, creo. Empezó a volverse más locuaz, hablando por teléfono con sus amigas. Les dice que escucha sonidos en la casa cuando está sola. Dice que tiene que ser su madre cuidándola, ¿cierto? Nunca escucho las respuestas de sus amigas, y nunca pregunto. Solo continúo, mi amor por ella nunca decayendo.

Ayer le dijo a una de sus amigas que, por un largo tiempo, ha sentido que la están mirando. Encontró un agujero pequeño, casi tan grande como un lápiz, en el techo de su habitación. Mientras paseaba por la casa, encontró al menos uno en el techo de cada cuarto. Escuchó un sonido en el ático, pero se convenció de que solo era un mapache, una ardilla o algo así.

Gracias a Dios que no ha venido al ático. Porque no sé lo que haría si me encontrara aquí, siempre mirándola desde los agujeros en su techo.

LITERA



«Nadie vendrá por ti».

Eso es lo que él me decía cada noche mientras yo yacía sepultado en los miedos que hace tiempo me angustiaban.

A mi hermano le gustaba atormentarme.

Sabía que no planeaba hacer nada malo, solo era su forma de divertirse. Lo más lejano que puedo recordar es cuando yo tenía seis años. Dormía en la cama de abajo. Todas las noches, luego de que las luces se apagaban, trataba de conciliar el sueño antes de que mi hermano, quien estaba en la cama de arriba, me empezara a atormentar.

Todas las noches era lo mismo: mi hermano me gruñía con sus malévolos graznidos que trataban del dolor y las miserias que me deparaban.

«Nadie vendrá por ti.

Su voz no era tan profunda, pero sí baja. El mismo volumen que vosotros podéis lograr susurrando fuerte. Su voz tenía una textura parecida a la del flujo de agua de un arroyo o riachuelo.

Miraba la luz tenue de la habitación, pasando por las diferentes siluetas de los muebles, y oía la textura de la voz de mi hermano desde la cama de arriba.

Aunque era demasiado joven, puedo recordar todas las noches de aquel entonces.

Me quedaba allí. Mi cuerpo, arropado bajo un velo de terror catatónico; solo era capaz de llorar en silencio y escuchar cómo mi hermano describía las diversas torturas que había pensado para mí. Me decía que se tomaría su tiempo para romperme uno por uno mis dedos, brazos, piernas y costillas. Me relataba cómo se iba a emocionar al arañar mi cara y desgarrarme la carne. Decía que tomaría tanto tiempo, que al final mi primera lesión habría sanado, lo que le permitiría empezar otra vez, una y otra vez.

Me aclaraba que iba a cumplir con sus amenazas, pero que era más divertido decirme lo que tenía planeado por el momento.

Así fue mi infancia hasta que cumplí siete años. Mi papá había decidido que era tiempo de deshacerse de la cama litera, pues la había comprado cuando mi mamá estaba embarazada.

Vivíamos en un apartamento poco espacioso en Londres. Cuando mi mamá le dijo a mi papá que tendría gemelos (mi hermano y yo), él se llenó tanto de alegría como un niño en Víspera de Navidad. Fue a la tienda de camas ese día y compró la litera de acero, pensando que sería la solución perfecta para nuestro problema de espacio. A pesar de que sabía que la cama no se utilizaría hasta que tuviéramos al menos dos años y medio de edad, papá había decorado, amueblado y adornado nuestra habitación con la litera dos meses antes de que naciéramos.

Lamentablemente, mi hermano murió cuando mamá estaba dando a luz, antes de que yo naciera. No sé mucho acerca de lo que sucedió con exactitud. Me sentía muy renuente como para pedirle a mis padres que comentaran sobre el tema. Siempre los hacía llorar, así que no se hablaba de eso en casa.

No puedo creer lo bien que recuerdo esos días. Ahora tengo veintisiete años. Vivo en un apartamento propio, y dispongo de un trabajo aceptable y de una colección hermosa de pastillas para dormir.

Oh, cómo echo de menos la litera. Al menos agradezco que no tenía que verlo cuando él dormía en la cama de arriba.

Mi hermano ama atormentarme.

ALGUIEN ESTÁ ESCRIBIENDO…



Conocí a Vincent Smith cuando teníamos unos 12 años, éramos vecinos de al lado. Yo acostumbraba a salir a mi jardín a jugar fútbol solo, pateando la pelota contra el muro. Fue en uno de esos momentos que conocí a Vincent. Demoré un poco en darme cuenta de sus anteojos mirándome desde la ventana de su cuarto. Cuando lo vi, lo saludé con la mano. El respondió el saludo y abrió la ventana para conversar conmigo.

Hablamos sobre muchas cosas: intereses, comida favorita, juegos, todo tipo de cosas. Le pregunté a Vincent si podría venir a mi patio a jugar fútbol conmigo. Él rechazó la invitación cortésmente, diciendo que sufría de un asma terrible, entre otras enfermedades, y que sus padres se rehusaban de forma absoluta a dejarlo salir de casa, o a dejar que alguien entrara en ella. Me preguntó si tenía una cuenta en Facebook, me dijo que le gustaría agregarme como amigo para mantenernos en contacto.

Abrí mi Facebook más tarde durante la noche y acepté la invitación de amistad de Vincent, a partir de ahí, nos quedamos conversando. Desde ese día en adelante, básicamente esta fue la manera como progresó nuestra amistad. Asistía a la escuela en la mañana, terminaba las clases, llegaba a casa e iba directo a Facebook para hablar con Vincent. Así pasaron cerca de 5 años. Desafortunadamente, las enfermedades de Vincent empeoraron y se puso realmente enfermo.

Hasta que un día, lo inevitable sucedió. No había hablado con Vincent durante muchos días. Iba a pasar algún tiempo a mi jardín, esperando que abriera la ventana y me dejara saber que se encontraba bien. Nunca lo hizo. En lugar de eso, su padre vino hasta mi casa una noche de sábado y me entregó una pequeña invitación para un funeral. “Él nos contó lo mucho que ustedes tenían en común”, me dijo su padre. “Hasta donde sabemos, tú eras su único amigo”.

El funeral fue muy conmovedor. Hice mi mejor esfuerzo para contener las lágrimas, pero perdí el control cuando Fields of Gold (su canción favorita) comenzó a sonar mientras se llevaban el ataúd. Luego de su funeral, todavía con el luto, decidí tomar una cerveza y salí a despejarme a mi jardín donde había conocido a Vincent, en su memoria. Me sentí extraño al saber que la habitación desde donde hablamos por primera vez ahora estaba vacía.

Pero por más tristeza que sintiera, yo sabía que estaba en un lugar mejor. Un lugar donde sus enfermedades ya no podían afligirlo. A pesar de esto, su muerte llegó de forma tan repentina que el funeral simplemente no me convenció de que se había ido. Quizá necesitaba de algún tipo de “despedida”, sólo para tener la certeza de que Vincent se había marchado, y que no regresaría jamás. Entonces, aquella misma noche, entré en Facebook, una vez más, abrí la ventana de conversación de Vincent y escribí: “Hola Vincent”. En ese momento me di cuenta de lo tonta que era, me levante de la silla y me fui a la cama. Dejé mi Facebook abierto, en caso de que alguno de mis amigos tuviera algo importante que decirme.

Sucedió algo que heló completamente mi espalda. La única luz que se emitía aquella noche en el cuarto era la de mi ordenador, y cuando miré hacía ella, en la ventana de conversación de Vincent aún abierta, vi las palabras “Vincent está escribiendo…”

sábado, 30 de enero de 2016

EL PENITENTE DE OVRUCH



Esta leyenda, muy poco conocida por ser propia de la pequeña ciudad ucraniana de Ovruch, es una de esas leyendas tan jóvenes (surgió a finales de los noventa) que recientemente acaban de superar el ámbito del rumor urbano.

Cuentan en Ovruch que existe un espectro, un fantasma que algunos han visto penando de madrugada, siempre alrededor de una iglesia, siempre en noches donde la soledad ha impregnado los alrededores del sitio en que se ha aparecido. Dicen que tiene dedos anormalmente largos, que viste de negro y que tiene un rostro que evidencia juventud pese a su monstruoso aspecto: cara aplanada, boca anormalmente alargada y amplia, un ojo más grande que el otro y el cráneo deforme, terminado en una puntuda protuberancia sobre la que cuelga su larga y despeinada cabellera rubia. Todos los que lo han visto han relatado que caminaba y caminaba alrededor de la iglesia en que se aparecía, que a veces se detenía, se arrodillaba y lanzaba unos gritos escalofriantes pues tenía una voz carrasposa, grave; pero, sobre todo, empañada por una angustia que hacía pensar en los torturados del infierno y matizada por “un algo” indescriptible que denotaba un odio salvaje y abismal, difícil de encontrar incluso en la peor escoria criminal. Pero lo más curioso de todo es que jamás ha sido visto antes de la una de la madrugada y que siempre, en todas sus apariciones, no ha habido nadie o prácticamente nadie cerca de la iglesia elegida. Es como si no quisiera ser visto, como si evitara dar a conocer su identidad. Además se cree que sólo se manifiesta cuando no hay luna. Quienes han tenido el valor de acercársele han contado que el espectro salía de su abstracción (todos dicen que siempre estaba como absorto en sus pensamientos), que se giraba, rugía potentemente, se tiraba al suelo delante del testigo, miraba hacia arriba con gesto agonizante y, después de que sus ojos se volvían completamente negros, su cuerpo translúcido se llenaba de fuego y el espectro desaparecía entre alaridos de dolor…

Su oscuro origen: Nada cierto se sabe sobre cómo empezó todo; no obstante, no más de cinco años tuvieron que pasar desde el inicio de las apariciones para que una versión sobre su origen se hiciera conocida y terminase siendo aceptada como real.
Nota introductoria para entender el supuesto origen de la leyenda: En 1986 se dio la famosa tragedia de la central nuclear de Chernóbil. Fue el accidente nuclear más grave de la historia: Prípiat y Chernóbil se convirtieron en ciudades fantasmas, 172 pueblos fueron desalojados y unas 90.000 personas tuvieron que ser redistribuidas por toda Ucrania. Se declaró entonces una zona de exclusión, unas zonas con control permanente y otras con control periódico, todo dentro del área afectada por la radiación, área en la cual ciertas localidades, tales como Ovruch, no fueron lo suficientemente afectadas como para ser desalojadas o sometidas a controles.
Origen de la leyenda: Inmediatamente después de la tragedia de Chernóbil, unas cuantas familias emigraron a Ovruch en busca de una nueva vida. No obstante, cuentan que a inicios de los noventa una viuda madre de cinco hijos llegó tras ser haber sido expulsada de Prípiat, una ciudad fantasma que fue declarada parte de la zona de exclusión que el gobierno soviético (en ese entonces Ucrania era parte de la U.R.S.S.) decretó tras el desastre nuclear. En otras palabras, la mujer y sus hijos habían estado viviendo en Prípiat sin que los controles los detectaran, lo cual no es muy difícil de creer teniendo en cuenta que, incluso en la actualidad, existe la leyenda urbana de que en Prípiat vive gente… Según dicen, al llegar a Ovruch la mujer y sus hijos fueron conducidos a la casa de un tío, donde llevaron una vida relativamente normal hasta lo ocurrido a comienzos de 1996.

Sólo dos detalles hacían que su vida no fuera completamente normal: el primero, que nunca se vio salir a la calle al menor de los cinco hijos, únicamente se vio a los otros cuatro; el segundo, que de vez en cuando se escuchaban gritos de dolor provenientes de la casa. Sin embargo, en cierta fría madrugada todos los vecinos del barrio se despertaron tras oír gritos en una casa. “¡Los odio, los odio!”, era lo único que todos recuerdan escuchar aparte de unos cuantos chillidos de angustia, las detonaciones de una escopeta y los “¡Estoy ardiendo!”, previos a la escena del joven envuelto en llamas que salió a revolcarse en la acera mientras su vida se apagaba. Tras venir a la escena, la Policía encontró muerta a la madre, al tío y a los cuatro hermanos del joven que al parecer se había auto-incinerado. La Prensa no dio mucha importancia al asunto. Nadie supo con certeza el porqué, simplemente se especuló que había existido presión policial para que el suceso cayera en el olvido… Algunos vecinos le habían dicho a la Policía que a veces habían oído gritos de dolor provenientes de la casa. Alguien incluso afirmó escuchar una vez lo siguiente: “¡Mi cuerpo se quema, todo es tu culpa, todo es tu culpa por quedarnos en Prípiat, vieja estúpida!”. No obstante, la Policía le restó importancia creyendo que era un simple individuo en busca de protagonismo. Con todo, lo último que se supo fue que, según los análisis forenses, no existía gasolina u otro compuesto que permitiese pensar que el joven se había suicidado auto-incinerándose: al parecer, era un extraño caso de “combustión espontánea” ligado a lo que los forenses catalogaron como “alteraciones genéticas”

Síntesis y explicación sobre la difusión del supuesto origen de la leyenda: En suma, la versión sobre el origen del espectro dice que él era el mismo joven que sufrió combustión espontánea ese día, que lo monstruoso de su cara se explicaba por alteraciones genéticas que sólo él (y no sus hermanos) desarrolló mientras vivió en Prípiat a espaldas del gobierno soviético, que había matado a su madre porque la culpaba de sus mutaciones y del ardor que sentía en su cuerpo, que mató al resto de la familia porque se sentía rechazado y había acumulado odio y, finalmente, que penaba cerca de iglesias porque estaba lleno de remordimiento y deseaba el perdón divino. Nadie ha explicado de forma suficientemente satisfactoria por qué el espíritu viste de negro. Unos dicen que está pagando el Purgatorio en la Tierra y que el atuendo negro le fue otorgado para representar la oscuridad de su alma; otros, menos fantasiosos, plantean que simplemente vestía de negro antes de quemarse. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, la historia sobre el origen del fantasma se ha ido llenando de detalles e incluso ha llegado a figurar en ciertos foros virtuales de la web en ucraniano.

EL DESEO DE AMY



Cuando Amy cumplió cuatro años, le hablé sobre el juego de las pestañas. Ya sabes, ese donde cada vez que te encuentras una pestaña cierras los ojos, pides un deseo, respiras profundo y la soplas en el viento. “Si tienes suerte”, le dije, “tu deseo se hará realidad”. Amy reflexionó por un momento y entonces dijo que era un juego estúpido. Me reí y le pedí que nunca más repitiera la palabra estúpido. Recuerdo que me sentí agradecido de que ella no creyera que Santa Claus y El Conejo de Pascua eran estúpidos. Eso sí que habría sido un problema.

Cuando estaba por cumplir siete años, Amy tuvo un regalo especial: un hermano llamado Michael. Amy adoró a Michael desde el instante en que lo conoció. Siempre quería cargarlo, lo que le permitíamos siempre que estábamos seguros de que sería amable. Y lo era. Michael también adoraba a su hermana, lo poníamos en brazos de Amy e instantáneamente se tranquilizaba. No necesito decir que estábamos agradecidos por eso.

Cuando Michael tenía un año, pasó por un episodio de fiebre muy alta. Lo llevamos a toda prisa a emergencias donde lograron bajarle la temperatura, pero había algo mal. Las pruebas médicas revelaron el peor de todos los escenarios: leucemia. Debía iniciar el tratamiento lo más pronto posible.

No le contamos a Amy la historia completa sobre la enfermedad de su hermano, pero ya era capaz de notar que se trataba de algo serio. Hice mi mejor esfuerzo para poner una buena cara, así Amy no estaría tan triste. Funcionó durante algún tiempo. Pero unos meses después sus emociones la doblegaron. Amy cayó en una profunda tristeza que jamás había visto en su corta vida. Una noche, durante la cena, Amy empezó a llorar. “Michael cree que ya no lo quiero”, dijo mientras las lágrimas caían por su rostro. No era una pregunta, estaba convencida de eso.

Sentí que era un pésimo padre. Atrapado en el infierno cotidiano de hacerle frente a la enfermedad de mi hijo, le negué a Amy la ayuda que necesitaba para lidiar con los sentimientos que venía siendo obligada a soportar. A los 39 años, yo tenía serios problemas para hacerle frente a todo eso, y no podía imaginar cómo era para alguien tan pequeña como Amy.

Después que se fue a dormir llamé a Dawn al hospital y pensamos en algo que pudiera ayudar. Decidimos que visitaría a su hermano, para que entendiera que médicos y enfermeras estaban haciendo su mejor esfuerzo para ayudarlo a mejorar. Nos habíamos negado a llevarla al hospital debido a la apariencia de Michael, no lucía nada bien. No sabíamos cómo reaccionaría ante la imagen de su hermano entubado y conectado a los monitores, pero también nos dábamos cuenta de que había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vio. Para Amy era importante volver a ver a su hermano.

Cuando llegamos, solo le autorizaron ver a Michael a través de la ventana. Para nuestra sorpresa, Amy se puso de buen humor. Asintió con la cabeza y empezó a hablarle, incluso sabiendo que no podía escucharla, pero ella quería intentarlo. La vi sonriendo por primera vez en mucho tiempo.

Noté dos pestañas en las mejillas de Amy. Esperando agregar fuerza a su renovado sentido de positividad y sin importarme que ella lo creyera algo estúpido, tomé las pestañas de sus mejillas y las coloqué en mi pulgar. Entonces le pedí que pensara en un deseo, sus ojos se iluminaron con esperanza y volvió su atención de nuevo hacia Michael. Para mí sorpresa, volvió a sonreír, cerró los ojos, pensó por un instante y entonces sopló con todas sus fuerzas. Después vio a su hermano y sonrió. Ni siquiera tenía que preguntarle cuál había sido su deseo.

Pasaron algunas semanas y Michael empezó a mostrar mejoría. Fue algo completamente inesperado e inexplicable, simplemente empezó a mejorar de un día para otro. Pero el alivio que trajo su mejoría duró muy poco. Después de un tiempo su estado empeoró otra vez. Era para lo que Dawn y yo nos habíamos estado preparando. Nuestro pequeño hijo murió el día 3 de mayo de 2015.

Evidentemente, Dawn y yo quedamos destrozados. Pero Amy estaba inconsolable. Cuando supo de la breve mejoría de su hermano, se hizo a la idea de que seguiría mejorando. Se rehusaba a creer que todo se había puesto peor. Entonces, cuando le explicamos que había muerto, todo lo que hizo fue gritar. Gritó y lloró durante días.

Después de un mes, cuando la realidad de la vida sin Michael se hizo presente y los tres nos fuimos acostumbrando gradualmente a nuestras rutinas, me propuse estar más presente en la vida de Amy. No es que haya sido un padre ausente o distante, pero quería representar una fuerza positiva en la vida de mi hija. Después de un trauma como ese, era lo que ella necesitaba. Me aseguré de que fuera al psicólogo de la escuela y programé una sesión de terapia familiar. Estaba determinado a evitar que la tragedia familiar dejara marcas más profundas de lo necesario en Amy.

Una noche antes a la sesión de terapia, mucho después de haberme quedado dormido, desperté con Amy de pie al lado de mi cama. Noté que estaba llorando. Le pregunté si quería dormir con nosotros en la cama el resto de la noche, pero no me respondió. Entre el sollozo, se escuchaba como si estuviera soplando. Yo podía sentir su respiración en mi pecho y rostro. Pero no dejaba de llorar.

“¿Estás bien cariño?”, le pregunté mientras buscaba desesperadamente el interruptor de la lámpara del lado de mi cama. El llanto y los soplidos se hicieron más intensos. Finalmente encontré el apagador y encendí la lámpara. Lancé un grito que terminó ahogándose en mi garganta.

El rostro de Amy estaba empapado en sangre. Me miraba con los ojos ensangrentados entre una combinación de terror y odio. Tenía las manos en la boca y estaba soplando. Cuando mis ojos se ajustaron a la claridad, grité para despertar a Dawn y ella empezó a gritar también. En las manos de Amy había dos trozos de piel con vellos erizados. Siguió viéndome en medio del llanto. El pánico floreció en mi pecho y tuve problemas para respirar. La carne rasgada goteaba sangre en los ojos de Amy mientras ella soplaba, con total desesperación, aire caliente a los párpados amputados en las palmas de sus manos. Sus pestañas se balanceaban en aquellos soplidos húmedos.

“Seguí deseando que Michael regresara”, dijo en medio del llanto. “Pero no soy buena en eso”.

“¿Me puedes ayudar, por favor?”.

CARLITOS LA LEYENDA


Esta es mi historia, donde cuento mi pasado, pero se podría decir que es parecido al tuyo: solo soy un chico tímido, normal y corriente. La única diferencia es que mis padres se han separado… Me fui a vivir con mi madre, ya que mi padre se fue con su amante. Yo trabajo y estudio. No me gustaba mucho el ambiente pero era el único lugar donde podíamos ir.

Un día, cuando volví del trabajo vi a mi madre tirada en el piso, no lo pensé dos veces y fui a ayudarle. Cuando la toqué, estaba fría, pálida. Llamé a la ambulancia, pero como estábamos fuera de la ciudad, tardaba como 5 horas. Era demasiado tarde. La perdí, traté de hacer todo lo posible para revivirla pero no pude hacer nada. Estaba destrozado, no podía creerlo. ¡¡¿¿POR QUÉ??!!

Cuando estaba en el hospital, mi padre fue a recogerme, fuimos a donde estaba viviendo para recoger mis cosas para así volver con el, yo no quería, solo quería estar con mi madre…

Pasaron los días, conocí a mi madrastra, no era mala, era muy diferente a mi madre pero me agradaba. Un día lluvioso, me quedé solo en casa. Me puse a mirar el paisaje a través la ventana. Pasó la noche. Noté que aún no había llegado nadie. Ellos me dijeron que volverían a las 11 de la noche, eran las 11:30 de la noche. De pronto sonó una llamada telefónica de la cocina, fui a contestar rápidamente.

-Lamento decirle que su padre ha fallecido en un accidente de tránsito.

-¡¡¿¿Qué??!! ¿Quién es usted? -dijo mientras seguía escuchando esos sonidos extraños.

-Mañana te tocará a ti-el hombre cuelga el teléfono, oyéndose de fondo un grito de dolor de mi madrastra.

Quedé paralizado, traumado mientras pensaba que hacer. Iba a llamar a la policía pero no me creerían. Decidí salir de casa, me fui corriendo lejos de casa. Fui a un bosque y me escondí ente unos árboles. Unas sombras siniestras seguían mis pasos. Nuevamente volví a correr con lo que me sobrara de energía. pero caí en un pozo profundo, torciéndome el tobillo. Me desmayé.

Cuando me desperté, estaba amarrado a una silla. No podía hablar, miraba para todos lados pero solo veía gente muerta: pedazos de cuerpos humanos, sangre en todos lados. De pronto entró a la habitación un hombre alto, flaco, con una cicatriz a la mitad de su cara y unos ojos penetrantes de color negro intenso, bastante pálido.

Él se sentó a mi lado, mirándome. Entonces me habló, acariciando mi cabello con una de sus manos cubierta de sangre seca. Reconocí su voz, era el del teléfono.

-Tienes los mismos mismos ojos que tenía tu padre cuando le tocaba el cabello… Descuida, no te haré daño.

Sonó un teléfono. Este agarró su móvil y se fue de la habitación. Me tranquilicé por un momento mientras me movía para todos lados hasta que me caí al piso rompiendo la cinta que me tenía amarrado a ella. Me levante rápidamente yendo hacia la puerta.

Cuando la abrí estaba todo oscuro y había un terrible olor a carne podrida. No me tardé mucho en salir. En medio de la penumbra, descubrí a mi padre y a mi madrastra, sus cabezas colgando junto a otras cabezas de personas. ¡No pude más! Huí corriendo al bosque sin importar lo que pasara, llorando.

Pasaron los años,viviendo en el mismo bosque, matando a los animales, comiendo insectos, solía vivir en una cueva que hice. Un día me llegó una enfermedad algo extraña, me volvía cada vez más pálido y mis ojos se tornaron totalmente negros.

De alguna forma esa enfermedad me fue útil, ya que gracias a ella no sentía frío ni me venia ningún resfriado ni nada por el estilo. Decidí salir del bosque y me dirigí a otro bosque.

Vi a unos chicos acampando en ese bosque por la noche. Me acerqué a ellos, quería tener amigos, no quería estar más solo. Cuando me vieron gritaron de horror. Salí rápidamente de la carpa, yendo al bosque.

Era un día de luna llena, se podía ver con claridad el agua. Me acerqué a un arroyo a tomar agua y vi mi reflejo. Qué repugnante aparecía…. Solo quería ver a mis padres una vez más, así que sin dudarlo me tiré al arroyo. Mi cuerpo se hundía bajo a la luna llena.

“Estaremos de nuevo juntos, familia”, fueron mis últimas palabras de alivio pensando en que estaría con mi familia nuevamente pero no…

He dejado mi cuerpo pero mi alma no podía juntarse con la de mi familia. Desde entonces vago entre las sombras, acechando a los humanos en sus casas, por la nostalgia de los viejos tiempos.

EL ULTIMO ERROR



Las 12 de la noche. Autopista oscura. Regreso a casa después de un duro día de trabajo. la profesión de policía secreta parece sencilla, ir por la calle vigilando con un arma bajo la cazadora, pero eso es en las películas, en la realidad es agotador. Habíamos acorralado a un grupo de mafiosos rusos y matado a su jefe. En fin, más papeleo para mañana.

Un momento ¿qué es eso? parece un hombre herido. Bajo del coche y le pregunto al señor que si se encuentra bien. parece… Eso fue la grabación de Alex, uno de los mejores policías que conocí. Me entregaron la grabación en su funeral y le prometí a su hermano que encontraría al responsable del asesinato. Noche tras noche puedo oír en mi cabeza los gritos de mi amigo, esos gritos de terror que me estremecían cada vez que oía la grabación. Día tras día buscaba al responsable hasta que ayer por fin lo encontré. Iba por la calle de camino a casa cuando me encontré a un hombre pálido con ojos negros como su corazón y su melena. Me dijo que mi amigo pagó por entrometerse donde no debía, como estaba haciendo yo. le pregunté a que se refería y me contestó que él era el antepasado del capo de la mafia al que Alex disparó, y que se había tenido que ocupar de que pagase por ello. Fui a sacar mi pistola cuando me agarró, me descubrió el cuello y me hincó sus colmillos en él. Empezó a sorber mi sangre y… uff, debe haber sido una pesadilla pero me tocaré el cuello por si acaso. Nada. Tengo mucha sed, bebo agua y no se me calma. Llaman al timbre y abro. Mi novia. Está guapísima y me empiezo a excitar, pero no me fijo en sus pechos sino en su cuello, no puedo resistirlo… Tengo a Ana entre mis brazos sangrando y yo bebiendo su sangre. No, no puedo seguir sin ella. Maldita la hora en la que no me cogí el coche para venir a casa y así evitar el encuentro con el vampiro. No puedo más. Hace un día soleado, perfecto para cumplir mi objetivo. Salgo a la calle y empiezo a arder y a disfrutar de mi último amanecer y a pagar por mis pecados.

STINKA, LA BAILARINA OSCURA


Lo primero que escucharas será una siniestra melodía acompañada por la fría noche, sentirás tus bellos erizar, y, unas pasos que bailan a compas, si sientes esto, lamento decirte que, ella a venido a por ti. Era una noche cualquiera mientras esperaba la llegada de mis amigas, miraba facebook para no aburrirme, al escuchar el sonido del timbre baje rápidamente las escaleras para recibir a Marie y Holie. – Oye tu!, no me habías llamado en dos días!, que te a pasado?- pregunto Marie. – No es nada Marie, solo e estado algo ocupada, ya?- dije con pereza. Entramos a la casa y subimos las escaleras. hablamos de cosas hasta que Holie menciona algo curioso. -Adivinen que paso hoy?, estaba viendo una caja de cosas viejas de mi abuela, y me eh encontrado una especie de diario, por lo que decía, pertenecía a una chica de 11 años, contaba la historia de una supuesta bailarina, pero luego todo se torno mas siniestro, decía que un día estaba admirando el hermoso ballet de una chica en un sitio algo solo, y hasta se había atrevido a hablarle, la chiquilla le pregunto su nombre, y le dijo que se llamaba “Stinka”, esta pequeña iba todos los días sin falta a ver el hermoso baile de aquella chica, pero, un día lo único que encontró fue el horrible vacío de aquel lugar, dejándose llevar por la curiosidad, vio un pequeño bolso desgastado, al abrirlo, se encontró con unos garabatos, y también con una nota, esta decía así: “Paso, paso, yo iré a por ti, escucha la melodía, disfruta el vivir, paso, paso, Stinka esta a aquí, dile adiós a todo, por que viva, no lograras salir”. – Mi abuela me ah dicho que esa nota pertenecía a una chica de su familia, y que un día había desaparecido repentinamente, y no se supo mas de aquello. No les resulta curioso?- Pregunto Holie mirándonos. – bueno pues, parece mas una casualidad- comento Marie riendo. Yo no había hablado, lo único que sentía era miedo, por que temía?, sabia que aquello no era real. -Y, que mas sabes de esa historia?- le pregunte a Holie. – Mi abuela me ah dicho que un día otra pequeña vio a aquella bailarina, y que había corrido a contarle a su madre, preguntándole si conocía a aquella chica. La madre miro a su hija a los ojos, y le dijo que si la había llegado a conocer, era una joven chica que tenia como mayor sueño ser bailarina, pero sus padres se negaban a ello, un día grabo su ultimo baile, y se suicido. Se dice que la puedes atraer cantando una canción mientras bailas al compás, sabrás si esta allí cuando sientas una oscura melodía, se dice que tus bellos se van a erizar, y escucharas los pasos se sus zapatillas, al esta haber llegado, nadie escapa. Cuando Holie termino su historia sentí muchos nervios. – Oh bueno, es una historia tenebrosa- dijo Marie riendo. Al llegar las doce Marie y Holie decidieron invocar a aquella bailarina, una idea que no me agrado en absoluto. – Oh vamos Lili!, es solo una historia, sabemos que no pasara nada, solo es diversión- Me dijo Marie. Al final solo asentí. Ellas empezaron a tararear una canción y a bailar lentamente, yo solo las seguí en silencio. Como todas esperábamos, no paso nada, así que decidimos ir a dormir. Me recosté en mi cama junto a ellas, ya que era grande, después de pensar miles de cosas, mas que todo en aquella historia, me dormí. Paso, paso, yo iré a por ti, escucha la melodía, disfruta el vivir, paso, paso, Stinka esta a aquí, dile adiós a todo, por que viva, no lograras salir. Fui despertando lentamente mientras escuchaba aquel sonido. Paso, paso, yo iré a por ti, escucha la melodía, disfruta el vivir, paso, paso, Stinka esta a aquí, dile adiós a todo, por que viva, no lograras salir. De repente escucho una melodía, mis bellos se erizaron. Siento pasos lejanos, cada vez mas cerca y mas cerca, escucho aquella canción filtrándose en mi oídos. Paso, paso, yo iré a por ti, escucha la melodía, disfruta el vivir, paso, paso, Stinka esta a aquí, dile adiós a todo, por que viva, no lograras salir. Mire a mis lados observando a las chicas durmiendo, lentamente se fueron despertando. – Todas escuchan eso?- pregunto Holie algo asustada. – Y-yo si- contesto Marie nerviosa. Todas nos acercamos a abrazarnos como chiquillas mientras escuchaba a Marie sollozar. – T-tu crees que sea…- Holie no pudo terminar su pregunta cuando de repente escucho los pasos mas fuertes, marcaban el ritmo de la música, y de las sombras, salió una figura, no lo podía creer. Era una figura femenina alta, piel tan pálida que era azulada, piernas largas y delgadas acompañadas por unas zapatillas blancas sucias, vestía un vestido corto tipo tutu, de color blanco sucio, volviéndolo gris, sus cabellos oscuros llegaban a su cintura, sus ojos no tenían vida, solo se movía lentamente al compás de la melodía. Rápidamente todas corrimos bajando las escaleras, yo iba adelante, cuando observo hacia atrás me encuentro sola, me detengo mientras las lagrimas caen, y escucho las ultimas palabras de mis amigas al unísono. – Corre Lili!, corre!- fueron las ultimas palabras de mis amigas. Corrí llorando sintiendo los pasos detrás de mi, al llegar a la puerta la abrí rápidamente y grite como nunca, afortunadamente habían personas afuera en una reunión, un grupo corrió hacia a mi preguntándome que me había pasado. – Mis amigas!, ella las tiene!- grite mientras caía al suelo entre lagrimas, lo ultimo que recuerdo fue mi vista volverse negra, y los sonidos de una ambulancia. 3 Años después: Todos los días dormía con una inmensa angustia, ya habían pasado tres años, cada luna llena una melodía tenebrosa se filtraba por mis oídos, pero no pasaba nada. Aquel día habían declarado que mis amigas se habían suicidado mientras yo bajaba, pero sabia que no era así, ellas venían detrás de mi. Aleje esos pensamientos rápidamente. Subí las escaleras esperando a mi novio. Estaba durmiéndome hasta que escucho la tv perder la señal, acompañada de ese sonido sin sentido. Me vuelvo a recostar tratando de dormir, pero escucho lo que creí que nunca volvería a escuchar, pero mas fuerte, mas cerca que hace tres años. Paso, paso, yo iré a por ti, escucha la melodía, disfruta el vivir, paso, paso, Stinka esta a aquí, dile adiós a todo, por que viva, no lograras salir. Escuche los pasos al ritmo de la lenta melodía, cada vez estaba mas cerca, hasta que siento un aliento en mi oreja, acompañado por una voz. -Eh venido a por ti, creíste que escaparías?- eso fue lo ultimo que escuche. Recuerda…”Paso, paso, yo iré a por ti, escucha la melodía, disfruta el vivir, paso, paso, Stinka esta a aquí, dile adiós a todo, por que viva, no lograras salir”

SÍ, QUERÍA ENCONTRARLA...


¿Dónde está Ali? Ella estaba justo a mi lado, hace unos momentos…

Eso creo. Porque de repente me siento confusa en relación a mi sentido de orientación.

Lo único que tengo bien claro es que debo ir rápido, más rápido. Veo a personas huyendo hacia la misma dirección, lejos, algunos gritando desesperados por encontrar un lugar donde ponerse a salvo. No son muchos; después de todo, ya no quedamos muchos.

—¡Ali! —Trato de gritar, aunque mi garganta está seca. Extrañamente seca. Tengo tanta sed… No recuerdo cuándo fue la última vez que tomé un trago de agua. En cualquier caso, no es lo más importante ahora, mientras siga avanzando.

Algunos de los que corren pocos metros adelante me miran, supongo que me estoy quedando atrás; pero claro que no me hacen caso, mucho menos se detienen. Debe importarles más salvar su propia vida.

Quiero avanzar más rápido, y algo me lo impide. Tal vez las exclamaciones de terror o las miradas de horror a mi alrededor.

Ali ha de andar por ahí, aún viva, tal vez unos metros más adelante… pero viva. Ella tiene que estar bien, entre la gente no contagiada. ¡Tiene que!

Mi prima es lo único que me queda aquí, en este mundo contaminado bacteriológicamente. Es como una hermana para mí.

¡Agh!, tengo tanta sed, siento que no podré continuar por mucho tiempo… No, ¡por el bien de Ali, tengo que hacer un mayor esfuerzo!

Conforme avanzo veo los cadáveres, tanto enfermos y medio acabados como sanos medio completos, tumbados a ambos lados del camino; pareciera que una bestia pasó destruyendo a todos en su camino.

El ardor crece en mi garganta, siento que me quedo sin aliento.

Algo me llama la atención. Un azul brillante relampaguea bajo los rayos del sol, con adornos cafés insertados con hilo. Yo reconozco esa prenda, es el suéter que Ali llevaba hace rato, cuando la perdí de vista. Es que todo había sucedido de la nada; de repente la alarma se disparó y debimos salir corriendo de la zona bajo ataque.

—¡Ali-gh! —De nuevo no puedo gritarle, el peso de mi garganta se expande deseando agua, mis pasos se retrasan tropezando con botes de lata. Si no me muevo me alcanzarán pronto.

Creo que casi llego a mi prima, la puedo ver más cerca. Me mira como si no creyera lo que ve; ¡debe estar tan feliz de verme! Sonrío a pesar del esfuerzo que conlleva. Ella no se detiene, y eso es bueno, pues la ventaja que tiene le facilitará llegar a algún salvamento.

Siento toser con dificultad, mientras no soporto el dolor de la garganta. Se extiende poco a poco; temo caer deshidratada. La expresión de Ali es alarmante. Y es que, miro atrás, hay muchos de ellos caminando rápido para alcanzarnos.

«¡Sigue corriendo, Ali! ¡No te detengas!», quisiera poder decirle, pero sé que no podré. La sed me está consumiendo, controlando mi cabeza, ordenándome conseguir algo para beber. Es insoportable.

Sin embargo sí puedo seguir mirándola. Observo con detenimiento que se nota deteriorada, como cansada de tanto andar; ¿pero quién no lo está? Todos huimos ahora. Ella también tiene la boca seca, está muy delgada, ojeras bajo sus ojos, y su ropa… su ropa está algo sucia y marcada con tiempo. ¿Cómo es posible que ese azul brillante haya reducido dos tonos su color en menos de una hora? Y los adornos cafés están desgarrados por su carrera a través de la ciudad.

No entiendo. Sólo la perdí poco tiempo antes de salir del edificio de alojamiento provisional. Yo la alerté para que bajara por las escaleras de incendio y saliera por la calle de al lado contraria a donde estaban los infectados, antes de que la masa humana me arrastrara por otra dirección. Luego me encontraba aquí, corriendo por mi vida…

Es mejor que ella siga en marcha, porque pierdo esperanzas sobre mí cuando siento un pesado caminar acercándose. Es aterrador imaginar a un muerto detrás de ti, a pocos pasos.

La sed se atora en mi estómago a la vez que llega el ser desfigurado. Observo a mi lado al desgarrado que avanza con un brazo sin responderle y sangre y piel desparramadas en el cuerpo.

Un momento… él me ignora. En cambio, algo adelante parece atraerle más que yo. La molestia en mi estómago es intensa. Es un vacío que tengo que llenar; me da impulso para seguir adelante. Ali está muy cerca.

Me llego a dar cuenta, no es sed lo que siento, es hambre. Hambre feroz que me consumirá si no la apago cuanto antes. Pero aquí no hay nada que comer, nada más que personas, esas personas que corren fuera de mi alcance; presas aterradas por su consumidor.

Consigo recordar que conseguí salir del edificio mas no escapar de uno de ellos, quien me mordió arrancando un pedazo de mi brazo. Entonces me infecté. Entonces me perdí, hasta ahora. Hasta que conseguí encontrar a mi prima.

Sí, quería encontrarla… pero no precisamente para ayudarla a escapar.

EL ESPÍRITU DEL NIÑO MUERTO



Cuando ocurren cosas, normalmente es a una persona o un grupo de personas compartiendo la misma experiencia, pero esto que voy a contar sucede en un pueblo, y ocurre a todos sus habitantes, los cuales ya están acostumbrados… Pero yo, como visitante, y mis primas, hemos vivido unas experiencias que a la gente de allí les parece “normales.

Fuimos a ese pueblo donde mis tíos tenían en las afueras una casa cerca del pantano. Para ir al pueblo tenías que seguir un camino de tierra durante cuatro kilómetros hasta llegar.

Como en la casa de noche nos aburríamos, mis tíos nos acercaban al pueblo en coche para que pasáramos allí unas horas con los chicos del pueblo. Era verano y las noches invitaban a pasarlas hablando y disfrutando de compañía.

Los chicos del pueblo al principio nos parecían muy fantasiosos o que nos querían meter miedo. Decían que algunas noches se oía el gemido de un niño pidiendo ayuda… pero no venía de ninguna parte, sino de todo el pueblo. Cada uno de los habitantes lo oía en su propia casa, en la calle, en la tienda, en el bar… partía de las paredes, del suelo… a veces incluso sentían un empujón violento que los lanzaba al suelo… Contaban que incluso una mujer embarazada perdió a su hijo en la plaza una tarde en la que se encontraba hablando con unas amigas al sentir que unas manos aprisionaban su vientre con tanta fuerza que la hizo abortar allí mismo. Ella estuvo a punto de morir y cuando se recuperó, se fueron del pueblo y no volvieron a él.

Les preguntamos que quién podría provocar esas cosas… y que después de lo de la mujer ¿cómo es que la gente no se va del pueblo también? Entonces nos contaron una especie de leyenda y del por qué creen que “eso” atacó tan ferozmente a la mujer.

Hacía unos diez años, unos niños del pueblo decidieron irse una noche de verano a otro pueblo vecino. Para ello tenían que atravesar un campo donde en uno de los laterales estaba el cementerio que compartían los dos pueblos y que se hallaba justo a la mitad del camino.

Cuando ya estaban bien avanzados oyeron un crujido a sus espaldas. Era el hermano menor de uno de ellos. Le instaron a que se volviese a casa pues no querían cargar con críos y éste se negó en rotundo, más que nada es que le daba miedo volverse solo.

Entonces decidieron despistarle. Al llegar a la altura del cementerio dijeron que iban a jugar para esconderse en él. Como había luna llena se veía bastante bien, este chico aceptó sin sospechar nada… Ya en el cementerio, uno contaba y los demás se escondieron todos juntos, mientras este chico se escondía en otro lado pensando que todos estaban haciendo lo mismo.

Cuando ya le perdieron de vista, los chicos se reunieron y salieron por una de las tapias dejando a este chico escondido. No podían evitar reírse de lo fácil que había resultado engañarlo hasta que oyeron un grito desgarrador… Al principio pensaron que se trataba de una broma, hasta que el segundo grito reaccionaron y volvieron a entrar en el cementerio… Estuvieron buscando por todas partes pero no le encontraron, gritaron su nombre, dieron vueltas y más vueltas y nada.

Al cabo de muchas horas, cuando ya despuntaba el alba decidieron buscar ayuda en el pueblo con la esperanza de que el chico les hubiese gastado una broma y se hubiese ido a casa.

Al llegar al pueblo, el hermano fue a su habitación, no había dormido allí, la madre le preguntó por su hermano pequeño y éste le tuvo que contar la verdad. La madre avisó al padre y éste a todo el pueblo… Salieron todos en busca del muchacho al cementerio.

Cuando llegaron allí, uno de los vecinos descubrió con terror que el cuerpo del chico se encontraba en una de las fosas que acababan de abrir días antes para un nuevo difunto… El chico tenía la cabeza reventada, los huesos de las piernas y de los brazos retorcidos en una figura grotesca, los ojos cristalizados por el pánico y la boca en una mueca de absoluto terror…

Fue un día negro en todo el pueblo, nadie se explicaba lo que había ocurrido allí. El hermano, con los años, fue internado en un psiquiátrico pues decía que su hermano se estaba vengando de él, le veía en todas partes, le pegaba… Los médicos le diagnosticaron neurosis obsesiva post-traumática, pero no podían explicar los continuos moretones que aparecían por todo su cuerpo, incluso en la cara…

Al cabo de unos años, la madre de estos hermanos se quedó embarazada… y a los siete meses le ocurrió lo que ya contaron antes: Algo había provocado la muerte de su bebé y quizás su propia muerte de la que escapó por poco. Los chicos decían que los gritos que oían por las noches eran iguales que los que oyeron en el cementerio.

Oyendo esta historia la verdad es que les creímos… habíamos pasado un buen rato de miedo y nuestro tío nos vendría pronto a recoger para llevarnos a casa…

Cuando íbamos hacia el coche, sentí un golpe fuerte en mi espalda que me obligó a apoyarme en mi prima de una forma violenta. Casi nos vamos las dos al suelo… Miré hacia atrás, pero los chicos estaban hablando entre ellos a unos tres metros de nosotros.

Mi tío dijo que me había tropezado. Mi prima, sin convencerse del todo, fue hacia los chicos, cuando de repente volvió la cabeza hacia el otro lado de forma violenta… Dijo que alguien la había abofeteado… y tenía una mano marcada en la cara… una mano pequeña…

Nos asustamos muchísimo… y empezamos a gritar presas de la histeria… Los chicos vinieron a auxiliarnos mientras mi tío abría el coche rápidamente para meternos dentro. Los chicos hicieron una barrera con sus brazos protegiéndonos de lo que fuese y pudimos meternos en el coche. Por el cristal pude ver cómo golpeaban a algo invisible que les estaba atacando. Mi tío condujo a gran velocidad tocando el claxon como un loco. Al llegar a la casa llamó a mis otros tíos y todos fueron al pueblo a ayudar a los chicos, pero ya todo había pasado. Éstos se encontraban agotados por la lucha, con arañazos, golpes… pero dijeron que estaban acostumbrados, que no pasaba nada.

Las agresiones en ese pueblo son esporádicas y no siempre a las mismas personas… pero ellos sienten que tienen que estar ahí para que ese niño que murió de forma tan violenta no esté solo…

¿Llegará el momento en que pueda descansar en paz?

viernes, 29 de enero de 2016

UN ENTE MALIGNO EN MI CAMA



Un sábado por la noche, en pleno invierno, hacia mucho frío todo estaba muy oscuro y el reloj marcaba las 23:45 Hrs. Faltaban 15 minutos para que comenzaran a transmitir una película de terror, lamentablemente no recuerdo su nombre y nunca mas la he vuelto a ver, pero cuando finalmente comenzó me había quedado dormido en el sillón del living y logre despertar cuando ya la película había avanzado bastante, lo que alcance a ver de esta me pareció bastante interesante y bien aterradora, con un contenido digno de estar dentro del genero de terror, era una historia de esas que logran a la perfección crear la tortura psicológica en los espectadores, tortura que logro en mi y debo confesar que cuando termino y me fui a acostar al dormitorio lo hice con bastante miedo a tal punto que pensé en dejar una luz prendida o quizá dejar encendido el televisor, finalmente no lo hice pues ya estaba grande para esas cosas y me dije a mi mismo solo es una película. Al cabo de unos minutos logre conciliar el sueño o al menos eso pensé.

Por extraño que suene, una vez ya acostado tengo la sensación de que pude dormirme profundamente y digo que suena extraño por que cuando entramos en sueño profundo nos adentramos en lo inconsciente perdiendo la noción de lo que ocurre en el mundo externo. Pero bueno recuerdo que estaba dormido y al cabo de unos minutos empecé a sentir que la habitación estaba muy fría daba la sensación en el momento como si la ventana estuviese abierta abrí los ojos e hice a un lado la cortina esta estaba completamente cerrada volví a la cama y me acurruque para seguir durmiendo, sin embargo no dejaba de sentir frío solo atine a taparme hasta la cabeza y fue en ese instante cuando la sabana de mi cama comenzó a moverse hasta que poco a poco me dejo completamente destapado, en ese momento quede paralizado ni siquiera me atreví a mover un solo dedo para volver a taparme, sentí un escalofrío por todo el cuerpo que combinado con el frío que hacia comencé a tener espasmos, quería levantarme para dar aviso a mi madre pero tampoco fui capaz de hacerlo el miedo me tenia completamente inmovilizado, solo pensé en cerrar los ojos y esperar a que todo terminara y al cabo de un rato así sucedió, cuando deje de sentir la desagradable presencia me fui al dormitorio de al lado donde se encontraba mi prima a la cual estábamos hospedando por unos días. Le conté todo lo que me había sucedido y esta media dormida solo atino a decirme “despertare a mi tía y le contare lo que te paso” y en efecto esta se levanto entro al dormitorio de mi madre y cerro la puerta para comentarle lo que me estaba pasando, yo por mi parte mas tranquilo volví a mi cama pero en ese momento me quede pensando ¿por que mi prima dejo la puerta cerrada del dormitorio de mi madre si entro para explicarle lo acontecido?… En ese momento supe que esto no había terminado ya que mi prima no volvió a salir de la habitación de mi madre.</p>

Acostado nuevamente totalmente aterrorizado sentí que la puerta de mi madre se abrió y me asome rápidamente, era mi madre quien venia a acompañarme, nuevamente me calme cuando ella me miro y me pregunto ¿hijo que te ha pasado? Solo le dije que tenia mucho miedo que por favor se acostara a mi lado a lo que ella inmediatamente accedió. Finalmente me sentía seguro y fui capaz de relatarle todo exactamente como había sucedido. Estaba en medio del relato cuando mi madre a medida me iba escuchando comenzó a reírse en forma muy sarcástica yo no entendía por que lo hacia porque para mi era algo que merecía seriedad cuando de pronto sentí mucha rabia y le pregunto ¿Por que te estas riendo? Y fue en ese momento cuando su riza fue mas exagerada tanto así que su sonido sonaba algo distorsionado, su timbre de voz también cambio, sonaba mas grabe y aterradora la vuelvo a mirar nuevamente y ella seguía riéndose mas y mas fuerte cuando de pronto noto que su nariz estaba roja, hinchada y con un aspecto deforme quede completamente desconcertado no sabia que hacer comencé a desesperarme y a gritar sentía que nadie me oía, la voz no me salía como si estuviese mudo, recuerdo haberle dicho a esa cosa con autoridad TU NO ERES MI MADRE, la insulte y le exigí que saliera de mi cama fue en ese momento cuando la imagen de mi madre se esfumo y tomo la forma de una sombra con rasgos de una figura humana algo alterados se paro en los pies de mi cama me apunto con el dedo y comenzó a hablarme. No supe que fue lo que me dijo ya que yo solo podía observar como se movía su boca cuando este hablaba pero su voz estaba como en mute no logre oír nada, ya no sabia que hacer para que eso me dejara en paz y desapareciera cerré los ojos con todas mis fuerzas y solo dije dios ayúdame.

La sombra finalmente se fue y yo no fui capaz de volver a conciliar el sueño, al día siguiente estaba completamente confundido y como dije en un principio hasta el día de hoy no si esto fue real o simplemente un sueño. De ser algo real no se con que propósito esto sucedió y de ser solamente una pesadilla sin duda alguna la catalogaría como las mas aterradora que he tenido en mis 24 años de vida.

THE FACE



Esta historia comenzó como un simple rumor, una manera de hacer que las personas no se acomplejaran de sí mismas pero, después de tantos reportajes ya no se cree que sea solo una leyenda.

Yo misma lo he confirmado. Mi nombre es Juliet Hoffman y hace unas semanas me he mudado a una casa cerca del bosque; los primeros días fueron tranquilos y relajantes pero luego todo cambio… Sentía sollozos todo el tiempo, provenientes de una habitación de la planta alta, decidí restarle importancia y seguí con mi vida hasta que un día, navegando en mi ordenador, busqué información acerca de la villa donde vivía, más precisamente de mi nuevo hogar. No había información relevante, solo unas cuantas fotografías y videos los cuales no me interesaron ver. Fue entonces cuando vi una página que se titulaba “ábreme” y, rindiéndome a la curiosidad, la abrí. Era una página en blanco con un enlace en el medio, otra vez la curiosidad pudo conmigo así que hice click en el link.

Era un video con el titulo “The Face”. Me coloqué mis auriculares y subí el volumen a todo lo que daba, tal vez esto me entregaría respuestas acerca de los llantos que oía. Pude ver a una chica de doce años mirándose al espejo, llorando y peinándose; tenía una melena rubia y larga junto con una cara de muñeca y brillantes ojos azules. Quede sorprendida ¡El cuarto era parecido a la habitación de donde provenían los sollozos! Una suave voz me sacó de mis pensamientos, ella estaba hablando.

“Ellos no tienen razón, soy hermosa. ¿Por eso me odian? ¿Por eso no merezco vivir? ¿Por eso me odio?”

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar sus palabras. Estaba por cerrar el enlace hasta que la voz volvió a hablar.

“Yo solo quería que supieran que eran hermosos al igual que yo, pero no podían igualar mi belleza”

El llanto aumento su fuerza y la chica sacó un cuchillo de uno de los cajones de su tocador. Estaba tan concentrada en el video que no podía cerrarlo, quería terminar de verlo. Vi que se acercó a su cama y sacó de entre las sabanas una caja de cartón, abriéndola y sonriendo sin dejar que las lágrimas dejaran de caer de su rostro.

“Pero ahora puedo embellecerlos y convertir sus rostros en obras de arte”

Sentí nauseas al ver como removía de la caja las cabezas de los que suponía eran sus padres y amigos. Agarró el cuchillo y con cuidado extrajo la piel de sus caras guardándolas en una cajita musical que tenía a su lado.

“Dijeron que sus caras eran horribles, yo podía hacerlos hermosos. Pero como son unos ingratos no merecen que los haga igual de bellos que yo, así que tengo una mejor idea…”

Después de decir eso tomó el mismo cuchillo y se puso frente al espejo de su tocador pasando tranquilamente el arma por su frente hasta su barbilla, quitándose la piel en el proceso. Me dirigí a cerrar el enlace, no podía verlo más, pero se me fue imposible salir. Extrañada mire lo que quedaba del video, viendo como la chica agarraba las pieles y se las colocaba en la cara, sonriendo con cada cambio de rostro que veía. Se me fue el aliento cuando escuché las últimas palabras antes de que el video terminase.

“Aún hay más caras para volverme perfecta”

Y entonces el ordenador se apagó al igual que la luz. Sin darme cuenta se me había hecho de noche por lo que no podía ver absolutamente nada. Unos sollozos me helaron los huesos, eran los mismos sollozos de la habitación, los mismos sollozos que los de la chica del video…

Asustada corrí en busca de algún fosforo que pudiera iluminar la habitación pero no encontré nada. Oí pasos y risas desde la escalera que se mezclaban con el incesante llanto que me ponía los pelos de punta. Tropecé y sentí como si un vestido rozara mi cara. Mire hacia todos lados sin ver nada por lo que gateando me fui al baño, encerrándome allí y buscando mi teléfono para llamar a la policía; alguien estaba en mi casa y eso no me gustaba para nada.

No lo encontraba. La desesperación me consumió así que empecé a gritar, esperando a que los vecinos me escucharan y vinieran a socorrerme, pero nada.

—Los mate a todos, preciosa. Solo faltas tú —oí una voz dulce, la misma que la de la niña del video.

Me intente convencer de que estaba alucinando, no podía ser real, todo debía ser una simple pesadilla. Fue cuando toqué la figura de mi linterna, velozmente la encendí pero no logré ver nada, suspiré con alivio parándome y abriendo la puerta para ir a mi habitación, tal vez una buena siesta me ayudaría a olvidar ese horrible vídeo.

—Te olvidaste de mirar detrás —

Grité y corrí lo más rápido que pude hacia mi habitación y ahí me encerré segura de que nada era una pesadilla, todo era real. Vi una hoja y un marcador azul, estaba muy asustada y sabía que eso me mataría.

Si estás leyendo esto ya debo estar muerta, con mi cuerpo bañado en sangre y sin rostro. Solo puedo dejar mi análisis antes de morir, para que el mundo tenga una advertencia:

Ella utiliza las caras de sus víctimas, por eso se te será muy difícil reconocerla. Podría ser un día tu madre, otro día tu hermana o tu mejor amigo.

Cada vez que te insultas constantemente con respecto a tu apariencia la invocas, es como darle el permiso para “embellecerte”.

No esperes que aparezca al instante. Le gusta jugar con sus presas. Le encanta ver el sufrimiento de sus victimas antes de asesinarlas por lo que podría tardar meses o incluso años en terminar con tu vida. Pero cuanto más se prolongue, más horrible será tu muerte.

Estas son mis últimas palabras, ella ha rotó la puerta…