jueves, 17 de enero de 2019

LO QUE ACECHA EN LOS CAMPOS



Fue solo hace algunas semanas que los bultos de paja empezaban a alejarse de la casa. Cada mañana cuando despertaba, cada bulto se movía algunos metros del lugar donde se encontraban. Asumía que eran bromistas con cierta capacidad intelectual y métodos de diversión limitados, así que lo ignore. En pocos días, los bultos empezaban a alejarse hacia los límites de la granja. Estaba fastidiado del jueguito para ese entonces y decidí colocarlos en su lugar. Me tomó una tediosa hora ponerlos de nuevo en su lugar, cerca de la casa, y para ese entonces estaba listo para romperle el cuello a cualquier idiota que decidiera infortunarme de tal manera.

 A la mañana siguiente, encontré a todos mis caballos
decapitados… El olor fue lo que me despertó. Cada uno de ellos acostado de lado dentro su establo. No había señales de las cabezas. Pasé el resto del día limpiando el desastre y enterrando los restos. Fue entonces, cuando noté que los bultos de paja habían regresado a sus posiciones del día anterior, esparcidos a los lejos, en los campos. Esta vez, los dejé en donde los encontré, resignado, sin darles mayor importancia a ellos sino a mis caballos. Sin duda, quien lo había echo debía pagar por tal aberración.

 Esa noche, me senté en el porche con mi escopeta en mano, y una taza de café en la tabla a mi lado. Me senté por horas, fijando mis ojos en el campo para tratar de encontrar al tipo que movía mis bultos de paja. Finalmente, empecé a quedarme dormido… Y me hubiese quedado dormido, a no ser porque en el momento en que mis ojos empezaban a cerrarse, escuche a los arboles del bosque cercano agitarse y estremecerse. Me levanté, con el corazón latiendo fuertemente; Caminé, con mi escopeta al frente. Tenía que atrapar al bastardo. Esperé ansiosamente por cualquier persona que se acercara lo suficiente para sorprenderme o para yo sorprenderlo a él.

 Fue entonces cuando algo se me acercó lo suficiente para poder yo distinguir su silueta en la oscuridad. La cosa que asechaba en los bosques cercanos a mi granja, parecía no notar que yo estaba sentado cerca. Parecía acechar, encorvada con la postura de un ladrón de carteras. De no ser porque, aun encorvada, tenía unos 4 metros de alto, parecería frágil. Los delgados brazos y piernas, y su pecho emancipado, me recordaban a un animal muriendo de hambre. Sin embargo, esta cosa era increíblemente fuerte, pues vi como cargaba un bulto de paja bajo cada uno de sus brazos con facilidad, y lo acomodaba con cuidado a lo lejos. La observe trabajar, moviendo cada uno de los bultos con cuidado. De vez en cuando se desencordaba para buscar por más bultos en el campo, antes de ajustar el bulto en el que trabajaba.

 Antes de que decidiera retirarme, note que miraba a mi casa. Sentí sus ojos barrerme en la oscuridad, pero no estoy seguro de que me haya visto. Entonces, esa cosa giró sigilosamente y regresó por donde vino, a la oscuridad de los bosques. Me tomó una hora antes de recuperar el valor para osar mover apenas un músculo nuevamente. Me metí a mi casa después de un tiempo, pero no dormí en esa noche. Fue solo hasta que el sol salió, que me atreví a poner un pie fuera de mi porche hacia los campos. Los bultos de paja estaban donde los había dejado, esa cosa. Sin embargo, noté que esta vez no los había movido tan lejos como las noches anteriores; Parecían marcar una especie de línea. Y mientras caminaba alrededor de la casa, vi que formaban un distintivo círculo alrededor de mi casa, conmigo en el centro. Me di cuenta que los bultos estaban formando una especie de frontera, como si esa cosa estuviera enviándome un mensaje. Pude dormir un poco esa noche, y solo porque estaba agotado.

La siguiente mañana, no hubo movimiento de los bultos. No se movieron para nada por el resto de la semana, de hecho. Estaban finalmente donde esa cosa quería que estuvieran. Enfermé tratando de interpretarlos. ¿Por qué esa cosa habría invertido tanta energía moviendo bultos de paja, y amenazarme con tanta violencia en caso de que yo interfiriera? Asesinar mis caballos fue solo eso: una amenaza. Una amenaza inteligente. Sabía que me asustaría, y sabía que entendería las implicaciones. El sonido de un automóvil trabajando cerca del camino a mi granja, un mañana, me dio un golpe de emoción. Planeaba abandonar la granja desde que ví a la cosa, pero no podía irme a pie sin arriesgar a que me hiciera lo que le hizo a mis caballos. Pero, si podía llegar al automóvil que se aproximaba, lo pararía sin importarme quien fuera, así tuviera que asaltarlos.

No tuve la oportunidad.

El carro avanzo lentamente por el camino. Le hice señales para que se apurara. Fue cuando pasó entre dos de los bultos de paja que estaban colocados en cada lado del camino, que escuché un estruendo en los bosques. La cosa salió de repente de entre los árboles corriendo en sus cuatro flácidos y terribles miembros hacia el automóvil. En solo instantes, se lanzó al auto como un felino depredador; en segundos, estaba pelando la carrocería de metal del auto, tratando de llegar al conductor. El hombre, quien haya sido, gritaba, mientras yo solo podía escuchar el crujido del metal y el romperse de lo vidrios. Fue entonces que la cosa lo aplasto en su mano, cuando dejó de gritar el hombre. Lo aventó, y se desencorvó para mirarme nuevamente.

 A plena luz del sol, pude ver la falta de humanidad en ella. Estaba compuesta de algo asqueroso, terrible y… vivo, lo cual estaba pegado formando una burla del semblante humano.

 La cosa se regresó a los bosques, y yo me no logré moverme, había presenciado algo que no pensaba hasta hace poco poder repetir, no podía quitar mis ojos del lugar donde mis esperanzas sucumbieron. Mi ojos miraban a donde se encontraba el auto, con la maquina todavía trabajando, entre los dos bultos de paja. De repente, entendí. El mensaje era claro. Soy el prisionero de esta cosa. Y no se me permiten visitas. Nada podrá cruzar las fronteras que me impuso. Estoy atrapado aquí, por lo que acecha en los campos. Y no me pide nada excepto, que no puedo marcharme de aquí. Es su capricho, yo soy lo que quiere. Aun así, no creo soportar ser el canario de esa cosa.

 He pensado mucho en los últimos días, desde que vi como aplastaba a ese hombre. Si cruzo la frontera de bultos de paja, probablemente me hará lo mismo; Aplastará mi cráneo antes de que pueda poner mis manos para protegerme… Después encontrara una nueva mascota que pueda quedarse quieta sabiendo que esa cosa está esperando afuera, observándola con esos grandes y brillantes ojos pero yo no puedo. He estado pensando en los últimos días y… voy a intentar escapar. 

EXISTE OLVIDO, PARA AQUEL QUE ODIA



Hubo una época de mi vida en la cual me sentía devastado, no tenía ánimos, no me preocupaba por mí mismo ni por los demás, no esperaba nada bueno día a día, solo me interesaba llegar y aislarme de todo.

Un día desperté y me sentí extraño, el clima, la personalidad de todos era diferente, fui a la universidad como siempre pero nada era igual, incluso escuchaba ruidos extraños, murmullos, creí que era idea mía así que no preste atención, seguí mi día como si nada y así hasta la hora de dormir.

Desperté…

Me bañe, me vestí y arregle mis cosas para la escuela pero cuando abrí la puerta de mi habitación no encontré las escaleras de mi casa, sino un pasillo oxidado, parecía un hospital o algo así, quede atónito, era irreal, voltee para volver a mi habitación pero ¡ya no lo era¡ parecía una sala de quirófano y en la camilla había un cadáver pútrido, entre sus costillas se podía observar su corazón que latía y bombeaba lo que parecía ser sangre por unos tubos transparentes atreves de las paredes de la habitación, me recargue en una pared para tomar un respiro y rogué por que fuera una pesadilla, me solté cachetadas para despertar… pero no era un sueño, estaba desesperado pero tenía que salir de ahí de alguna u otra forma así que me arme de valor y entre a la única puerta hacia el hospital , apenas había avanzado unos metros cuando empecé a escuchar un alarido desgarrador parecían lamentos o algo similar, me puse nervioso y apresure el paso sentía que me seguían y escuchaba como si algo caminara sobre las tuberías del techo, no lo resistí más puse mi espalda en la pared quería estar alerta y si había algo o alguien aparte de mi ahí no quería que me tomara por la espalda, casi al instante salto desde el techo una figura humanoide, era una criatura alargada algo jorobada con afilados colmillos y garras, estaba ensangrentado parecía un cadáver mutilado con una profunda mirada perdida, Salí corriendo por instinto y esta abominación me persiguió, corría de una forma escalofriante, sus brazos parecían estar colgados y se movían de un lugar a otro mediante se movía, era más rápido que yo alcanzo mi pierna clavándome una de sus garras, tropecé y esta criatura se abalanzo sobre mí, intento morderme pero logre cubrirme con mi brazo, su mordida fue tan dolorosa que no sentía mi extremidad, a mi costado vi un viejo pedazo oxidado de tubería suelto lo tome y lo golpeé tan fuerte que me dio tiempo de encerrarme en una habitación continua, me tranquilicé e hice un torniquete en mi brazo con un trozo de mi chamarra para evitar la pérdida de sangre apenas podía moverme gracias a la adrenalina y entre a otra habitación, era un pasillo muy largo, con cuerpos colgados en ganchos para carne, seguí avanzando y vi que cada uno de ellos era un conocido, un amigo o un familiar me llene de tristeza y horror, pero sabía que debía continuar.

Llegue al final, había una vitrina donde se encontraban conectados las tuberías de sangre que había visto en el quirófano, me acerque a ver dentro de ella y vi un corazón negro que latía gracias a toda la sangre que llegaba, junto de él había una daga con una inscripción que decía: “Existe olvido para aquel que odia, Existe libertad al vencer tu odio”

Las luces se apagaron, segundos después prendieron de nuevo pero la sala había cambiado, ya no era un pasillo largo con cadáveres colgados, sino una habitación cuadrada con un espejo enorme frente a mí, me observe a mí mismo, observe mi rostro y me di cuenta de que yo era quien había creado mi propio olvido, mi propio dolor, había generado tanto odio en mí que me estaba matando, me arrodille con profunda tristeza, y no pude contener las lágrimas.

Levante la mirada al espejo, ahora había una silueta de una mano y escrito con sangre “¿Estás Listo?” me levante y coloque mi mano en la silueta las luces se fueron de nuevo por unos segundos y al regresar estaba la criatura frente a mí con una extraña llave incrustada en su pecho, también había otra daga en el suelo frente a mí que decía “La llave hacia la llave de tu libertad”, tome la daga y corrí contra la criatura, luche contra ella otra vez, hasta que vi mi oportunidad y logre arrancar la llave que tenía en su pecho, la criatura lazo un lastimero alarido y callo contra el suelo, corrí hacia la vitrina use la llave tome la daga dentro de ella y la clave en el corazón negro que se encontraba dentro, sonaron miles de alaridos escalofriantes no lo soporte solo caí desplomado al suelo.

Cuando desperté me encontraba en el suelo de mi habitación, corrí a abrir la puerta y estaba de vuelta en mi casa, pensé que todo había sido una pesadilla pero al revisar mi brazo tenía una cicatriz que decía “Jamás lo podrás olvidar”.

Desde ese día aprovecho todos los buenos momentos y me alegra seguir aquí y poder contarles esta historia.

Aunque quien sabe, tal vez tú seas el siguiente. 

TANATOPRAXIS



Hace algún tiempo fui tanatopraxista en una funeraria muy prestigiosa. Mi trabajo consistía en preparar los cadáveres que llegaban para presentarlos de la mejor forma posible ante sus familiares al momento de su velorio e inhumación, para muchas personas la sola idea de tener cerca el cuerpo frío de un cadáver pudiera parecer impensable; pero para mí era algo común, era algo que tenía que hacerse y lo hacía con gusto para poder ganarme la vida a través de la muerte. El lugar donde laboraba era como todas las funerarias en el interior. Las instalaciones en las capillas velatorios eran muy lujosas y tenía muchas prestaciones para los dolientes. Mientras que la sala de embalsamamiento era muy equipada y con 2 mesas para embalsamar, aunque siempre ocupábamos una.
Recién había llegado a trabajar a ese lugar haciendo mis prácticas; los compañeros y ayudantes frecuentemente contaban sucesos extraños que pasaban durante la labor e incluso mientras los cuerpos inertes permanecían en las mesas para embalsamar; pero además de eso se corrían rumores que en una de las salas velatorios llamada “el manantial” ocurrían sucesos paranormales que habían espantado a propios y extraños. Siempre pensé que solo eran cuentos y supercherías para asustar a los niños, como buen escéptico evitaba entrar en debates sin saber o simplemente hacia oídos sordos a las historias que contaban; pero todo eso cambió una noche.
Tenía el turno de noche y caía una tormenta sobre la ciudad. No había servicios programados, ni difuntos que velar así que debía ser una noche tranquila. No me gustaba ese turno y menos que lloviera por que continuamente había bajones de corriente y corte de luz, así que mataba el tiempo con una taza de café y jugando solitario en la computadora. La atmosfera fría del recinto de pronto fue inundada por el ruido del teléfono al sonar y nos avisaron que había que recoger un cadáver en una localidad algo alejada de la ciudad, era manejar por carretera y entre la lluvia no era una idea que me agradara mucho ; pero era trabajo y urgente además. Después de unas horas manejando entre truenos y relámpagos llegamos a una comunidad muy metida, entre brechas y caminos enlodados. Al llegar notamos que las personas nos esperaban con ansiedad. Lejos de los habituales llantos y lamentos desgarradores, los deudos del difunto nos apresuraron para que nos lleváramos el cuerpo. Luego de los trámites para el traslado subimos el cadáver a la camioneta y nos regresamos a la funeraria. El camino me pareció aun más largo y tedioso por la lentitud con la que íbamos a causa de la lluvia.
Luego de llegar y meter el cuerpo en la sala de preparación, mi compañero y yo nos colocamos el equipo para “trabajar” el cuerpo. Mientras leía el parte médico y el certificado para determinar las causas de la muerte y padecimientos previos, mi compañero salió a buscar unos elementos que ocuparíamos para la bomba inyectora. Estaba absorto en la lectura de los detalles médicos y eran muy extraños. Intempestivamente escuché un retumbar en el techo, fue como si alguien brincara pesadamente y luego pasos apresurados que se dirigían a las escaleras que bajaban a la sala, al principio pensé que había sido mi compañero que compraba por alguna golosina en las maquinas expendedoras de los velatorios; pero al verlo aparecer por la puerta que daba a un pequeño armario donde guardábamos batas y mandiles, me hizo ponerme en alerta y más cuando me dijo:
–¿Escuchaste eso ?
Nos miramos con desconcierto y ansiosos porque sabíamos que estábamos solos, no había familiares, ni servicios funerarios en las salas. Intentamos darle una explicación al asunto, primero pensamos que el viento había entrado por una ventaba y tirado algún pedestal de sirios; pero eran pesados. Luego que se había metido alguien, era improbable, todo estaba bien protegido por rejas y alarmas. Por último pensamos que había sido el guardia nocturno que fue por dulces a la máquina; pero pensé en mis adentros que él era supersticioso y nunca salía de su caseta de vigilancia durante la noche más que para abrir las rejas o puertas con código de seguridad.
Sin mediar mas y algo tensos, decidimos dejar ese episodio extraño y nos concentramos en nuestra labor, el cuerpo ya estaba en la mesa de preparación, como aun éramos estudiantes de medicina, nuestra tarea principal era extraer los fluidos del cuerpo e inyectarlo con una mezcla de formol, alcoholes y colorantes con la bomba inyectora a través de las arterias. El trabajo que hacíamos a veces pudiera parecer asqueroso e impresionable para algunas personas; pero nosotros acostumbrados a ver y abrir cuerpos muertos no lo era tanto. Además de la preparación médica que era necesaria tener, había que tener estómago y mente fuerte para soportar todo el proceso de abrir y limpiar un cadáver.
La práctica se complicó muchas veces, nunca había trabajado con un cuerpo tan “especial” como ese, las máquinas fallaban continuamente en la extracción de fluidos. La sangre del cuerpo era extrañamente espesa y obscura, como si tuviera días de muerto, incluso salían pequeños coágulos negros que tapaban las líneas de las máquinas de vacío, era imposible. El parte médico indicaba que no tenía más de 12 horas de muerto, el ambiente a medida que pasaban los minutos se hacía más tenso y agobiante. Para hacer más inquietante el cuadro, el cuerpo tenía una gran cantidad de espasmos postmortem que jamás hubiera visto, era como si tratara de evitar que lo punzáramos o le hiciéramos algo, aquello dejo de ser algo rutinario por algo con tintes macabros, Ya que el aspecto del cadáver era inquietante, no era una persona con facciones normales, era…era una locura; pero había que continuar.
Cuando por fin acabamos, debíamos suturar los orificios por donde se habían hecho las extracciones. Ya estábamos muy cansados y la tensión gobernaba nuestros cuerpos y mentes. Yo me sentía somnoliento y apenas podía mantenerme en pie y para colmo me di cuenta que no teníamos hilo para suturar, así que nos lanzamos una mirada de desasosiego mi compañero y yo, uno de los dos tenía que ir por el hilo al almacén que se encontraba al otro lado de la sala y tenía que caminar por un pasillo obscuro e iluminado por los ocasionales relámpagos de la tormenta que aun continuaba, no sabía que era peor: si hacer eso o quedarse con el cuerpo inerte a riesgo de que se fuera la luz.
Como deseaba descansar, decidí quedarme a lavar el instrumental, mientras que mi compañero iba a ir al almacén por el hilo. Comencé entonces a juntar el instrumental y me dirigí a la tarja al otro extremo de la sala donde se lavaba el instrumental y otras cosas. Al abrir el grifo sentí una corriente de aire helado que me invadió y me erizo la piel, en eso siento un firme toque en el hombro, creyendo que era mi compañero escucho que dice con una voz un tanto ronca: “Me voy…” Enseguida vi en el reflejo del azulejo a una persona que abría las pesadas puertas laminadas y salía. Pensé que era mi compañero por el color de la vestimenta, luego de ver esto al hacer un lado el jabón liquido me di cuenta que ahí estaba el hilo y la aguja para suturar, los tomé y corrí a la puerta para gritarle a mi compañero que no fuera por ellos; pero al salir solo vi obscuridad y el reflejo de un relámpago seguido de un estruendo me hizo estremecer. En eso mi compañero abre las puertas de la sala y me dice con rostro impaciente:
–¿A dónde vas? Tranquilo, solo me quité los guantes y dejé el mandil en el armario.
Sin poder comprender lo que sucedía y agobiado por un leve temor que hizo temblar mis piernas, me metí de nuevo en la sala y me senté, le conté a mi compañero lo que vi y se sorprendió al igual que yo por esas afirmaciones, al final intentamos darle una explicación y dedujimos que era cansancio. No quisimos darle más vueltas al asunto y suturamos rápido el extraño cuerpo.
A la mañana siguiente cuando llegué al turno, la funeraria estaba muy activa, los servicios para el muerto de la noche anterior se llevaban a cabo, había poca gente en la sala y nadie se veía acongojado, pude escuchar algunos murmullos sobre el gusto que les daba a algunas personas el que esa persona hubiera muerto, había sido muchas cosas en vida. No me interesó saber más y antes de bajar a la sala para checar mi entrada, la curiosidad y el deseo de saber que había pasado durante la madrugada me hizo ir al cuarto de vigilancia donde estaban los monitores y los discos de grabación. Me llevaba bien con el guardia y éramos amigos, así que no hubo problema en que me mostrara los videos de la sala de embalsamamiento, el era también supersticioso así que al contarle lo que había experimentado se emocionó y se dispuso a ver el video.
Llegamos a la parte en donde comenzaba a lavar el instrumentar, en ese instante la grabación se “granulo” y mostró algo extraño en ella. Se ve claramente como una especie de sombra obscura sale del cuerpo del cadáver y se acerca a mí y enseguida con una velocidad inusual sale abriendo las puertas y desapareciendo en la obscuridad del pasillo. Mientras yo salgo corriendo y mi compañero atrás de mi. Después de ver eso mi entendimiento y mis creencias dieron un giro, había algo extraño en todo eso; pero no quise saber más del asunto y eso solo fue el principio de muchas experiencias con lo siniestro.