miércoles, 31 de mayo de 2017

EL CUADRO DE LA ANCIANA - CREEPYPASTA



Los 94 años de mi abuela habían llegado a su fin, la conocí desde muy niño por la razón de que vivíamos en la misma casa. Su herencia claramente estipulaba que aquella casa quedaba a mi nombre, pero que por respeto debía dejar los cuadros y muebles donde estaban.

Siempre que de niño iba al segundo piso a llevarle una sopa a mi abuela cuando estaba enferma, pasaba por el pasillo mirando al suelo para no tener que ver el horrible cuadro colgado en la pared. El cuadro de una anciana de mirada penetrante.

Nadie nunca me contó algo de ella, pero como exigía la herencia, no debía mover el espantoso cuadro de su lugar.

Un día como cualquier otro, me levanté a preparar mi desayuno, y casi me llevo un susto con el cuadro. Veía a la nada con una mirada tan tétrica… parecía que había cambiado el gesto que mostraba normalmente, frunciendo el ceño, como intentando ver algo a lo lejos. Era sumamente espantosa.

En medio del susto, sólo reaccione echándole una sábana encima, que quedó colgando de tal forma que cubría el cuadro. Durante todo el día me pasé por el pasillo sin tener que ver ese rostro mirándome.

Ya al caer la noche, pude escuchar un ruido muy sigiloso. Al salir al pasillo para ver de dónde había provenido el ruido, pude notar que la sábana se había caído. Mi corazón dio un vuelco. Ahora el rostro de la anciana me estaba sonriendo de una manera macabra, mostraba sus malgastados dientes y se notaban exageradas arrugas en su rostro. Realmente no sabía por qué mi abuela apreciaba tanto a ese cuadro, y me intrigaba más que ella no lo encontrara horrible. Fue un martes por la mañana cuando casi me da un infarto por algo que llegué a ver.

Estaba desayunando mi clásico café y empanedado de pollo, al momento que noté una cabeza asomándose por el extremo de la puerta para verme.

Pegué un grito que se debió de haber escuchado en toda la cuadra, a la par que la cabeza se escondió rápidamente. Salí al pasillo a ver qué era lo que había pasado, pero no vi nada: nada aparte de ese horrible cuadro, que de nuevo había cambiado los gestos de su rostro.

Estaba seria.

Yo sabia perfectamente que esa cabeza que había visto era la de esta mujer; no sé cómo, pero había estirado su cuello para vigilar lo que hacía.

La noche siguiente decidí hacer algo más inteligente. Coloqué una cámara delante del cuadro, con la intención de comprobar si era de éste de donde salió la cabeza, o si en verdad el cuadro hacía movimientos extraños. La dejé grabando tres días, en los cuales salí fuera de Lima a otro departamento de mi país. Al tercer día, subí directamente al segundo piso para ver las condiciones del cuadro y de la cámara. El cuadro cambió una vez más, ahora estaba enojada, tenía una expresión llena de rabia y de furia, sus ojos brillaban de odio… ¿por qué?

Pasé a revisar lo que había capturado mi cámara en los tres días que estuve ausente. El primer día no hubo movimiento alguno hasta que cayó la noche, pude ver claramente cómo la cabeza del cuadro miraba a los lados, quizá revisando si había alguien cerca, y después vi cómo estiraba su cuello y salía del cuadro.

El cuello se estiraba y estiraba mientras la cabeza de la anciana recorría todas las habitaciones, curioseando. Cuando finalmente volvió a su postura, cambió su expresión a la de una sonrisa. A la mañana siguiente pude verla repetir el mismo procedimiento, sólo que ahora después de haber vuelto a su posición normal, empezaba a moverse más.

Estaba saliendo del cuadro.

Al salir completamente, vi que era una mujer extremadamente alta, ¡era el doble de mi estatura!; tenía que caminar agachada para no chocar con el techo. Pero su altura no se debía al tamaño de su cuerpo en sí, sino a que su cuello estaba estirado exageradamente.

La anciana se paseó en toda la casa, buscando algo… gritando el nombre de mi abuela mientras sollozaba. Al regresar al cuadro su expresión era una llena de odio —la que mantenía actualmente—.

Fue entonces que me harté. Me decidí por botar ese horrible cuadro; pero justo cuando lo retiré de la pared, la anciana sacó sus brazos a través del cuadro para ahorcarme.

Sus dedos se clavaban en mi cuello a la par que me quitaban el aire, me estaba matando, no podía respirar. Estaba a punto de dejarme vencer cuando me liberé de milagro y arrojé el cuadro. La anciana regresó sus brazos dentro del cuadro y siguió mirándome con odio, ahora desarreglada.

Llamé de inmediato a mi padre para contarle lo sucedido. Sabía que no me creería, pensaría que me estaba drogando… no fue así.

—Hijo, ese cuadro… la anciana de ese cuadro, era tu bisabuela —me dijo mi padre a través del celular que nos comunicaba.
—¿Mi bisabuela? ¡Eso no importa ahora, ¿no escuchaste lo que te dije?!
—Lo sé, es que… ella murió de una manera peculiar —me dijo con dificultad mi padre—. Ella sufría de una depresión horrible. Un día no pudo más con su soledad y se ahorcó.

Esa noticia me impactó. Está bien, que mi bisabuela se ahorcara era algo extraño, y en parte triste, pero ella quiso matarme y me costaba explicarle a mi padre lo que me sucedía. Le iba a colgar y buscar otra solución hasta que me contó una última cosa.

—Lo raro de ese cuadro, hijo, fue que lo pintó tu abuela el mismo día en que tu bisabuela se ahorcó, exactamente antes de que lo hiciera —me explicó mi padre—. Bueno, fue a petición de tu bisabuela que ella lo pintó, pues según ella, a través de ese cuadro la cuidaría mientras viviera de cualquier persona que le quisiera hacer daño… Hijo, ¿hay algo que-

Le corté el teléfono. Fácilmente podría decir que hubo un problema en la linea.

Corrí al pasillo con ligereza. El cuadro estaba vacío, el rostro de mi bisabuela no estaba. Sentí en ese momento una respiración helada a mi espalda. Ahí estaba ella.

La anciana, extremadamente alta, ángel protector de mi abuela. Me miró unos segundos con esos ojos llenos de odio, llenos de maldad, llenos de venganza. Ese cuadro veía todo, lo sabía, estoy seguro de que vio cómo yo le subía a mi abuela una sopa, una sopa cargada de veneno, y cómo hacia caso omiso a los gritos de ayuda que emitía en su agonía.

Ella sabía quién era el responsable de la muerte de mi abuela, y puede que mi abuela lo sospechaba, puede que ésa sea la razón de por qué me demandó en la herencia que mantuviera el cuadro en la casa, puede que…

La anciana empezó a ahorcarme, sentí que mi respiración se cortaba hasta que empecé a escuchar pasos en la casa que se acercaban a las escaleras. Mi bisabuela volvió rápidamente al cuadro con esa expresión de odio en su decrépito rostro. Era mi hermana que llegaba a casa, me había salvado la vida. Le pedí que tomara el cuadro y lo guardara en el sótano.

Y mientras se lo llevaba, pude ver a mi bisabuela haciéndome señas de muerte.

Nunca más volví a entrar al sótano, e incluso años después de estos sucesos, podía escuchar por la noche el ruido de la manija del sótano siendo forzada, en vano, como si alguien quisiera salir de ahí.

viernes, 26 de mayo de 2017

THE FACE - CREEPYPASTA




Esta historia comenzó como un simple rumor, una manera de hacer que las personas no se acomplejaran de sí mismas pero, después de tantos reportajes ya no se cree que sea solo una leyenda. 

Yo misma lo he confirmado. Mi nombre es Juliet Hoffman y hace unas semanas me he mudado a una casa cerca del bosque; los primeros días fueron tranquilos y relajantes pero luego todo cambio… Sentía sollozos todo el tiempo, provenientes de una habitación de la planta alta, decidí restarle importancia y seguí con mi vida hasta que un día, navegando en mi ordenador, busqué información acerca de la villa donde vivía, más precisamente de mi nuevo hogar. No había información relevante, solo unas cuantas fotografías y vídeos los cuales no me interesaron ver. Fue entonces cuando vi una página que se titulaba “ábreme” y, rindiéndome a la curiosidad, la abrí. Era una página en blanco con un enlace en el medio, otra vez la curiosidad pudo conmigo así que hice click en el link. 

Era un vídeo con el titulo “The Face”. Me coloqué mis auriculares y subí el volumen a todo lo que daba, tal vez esto me entregaría respuestas acerca de los llantos que oía. Pude ver a una chica de doce años mirándose al espejo, llorando y peinándose; tenía una melena rubia y larga junto con una cara de muñeca y brillantes ojos azules. Quede sorprendida ¡El cuarto era parecido a la habitación de donde provenían los sollozos! Una suave voz me sacó de mis pensamientos, ella estaba hablando. 

“Ellos no tienen razón, soy hermosa. ¿Por eso me odian? ¿Por eso no merezco vivir? ¿Por eso me odio?” 

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar sus palabras. Estaba por cerrar el enlace hasta que la voz volvió a hablar. 

“Yo solo quería que supieran que eran hermosos al igual que yo, pero no podían igualar mi belleza” 

El llanto aumento su fuerza y la chica sacó un cuchillo de uno de los cajones de su tocador. Estaba tan concentrada en el video que no podía cerrarlo, quería terminar de verlo. Vi que se acercó a su cama y sacó de entre las sabanas una caja de cartón, abriéndola y sonriendo sin dejar que las lágrimas dejaran de caer de su rostro. 

“Pero ahora puedo embellecerlos y convertir sus rostros en obras de arte” 

Sentí nauseas al ver como removía de la caja las cabezas de los que suponía eran sus padres y amigos. Agarró el cuchillo y con cuidado extrajo la piel de sus caras guardándolas en una cajita musical que tenía a su lado. 

“Dijeron que sus caras eran horribles, yo podía hacerlos hermosos. Pero como son unos ingratos no merecen que los haga igual de bellos que yo, así que tengo una mejor idea…” 

Después de decir eso tomó el mismo cuchillo y se puso frente al espejo de su tocador pasando tranquilamente el arma por su frente hasta su barbilla, quitándose la piel en el proceso. Me dirigí a cerrar el enlace, no podía verlo más, pero se me fue imposible salir. Extrañada mire lo que quedaba del vídeo, viendo como la chica agarraba las pieles y se las colocaba en la cara, sonriendo con cada cambio de rostro que veía. Se me fue el aliento cuando escuché las últimas palabras antes de que el vídeo terminase. 

“Aún hay más caras para volverme perfecta” 

Y entonces el ordenador se apagó al igual que la luz. Sin darme cuenta se me había hecho de noche por lo que no podía ver absolutamente nada. Unos sollozos me helaron los huesos, eran los mismos sollozos de la habitación, los mismos sollozos que los de la chica del vídeo… 

Asustada corrí en busca de algún fósforo que pudiera iluminar la habitación pero no encontré nada. Oí pasos y risas desde la escalera que se mezclaban con el incesante llanto que me ponía los pelos de punta. Tropecé y sentí como si un vestido rozara mi cara. Mire hacia todos lados sin ver nada por lo que gateando me fui al baño, encerrándome allí y buscando mi teléfono para llamar a la policía; alguien estaba en mi casa y eso no me gustaba para nada. 

No lo encontraba. La desesperación me consumió así que empecé a gritar, esperando a que los vecinos me escucharan y vinieran a socorrerme, pero nada. 

—Los mate a todos, preciosa. Solo faltas tú —oí una voz dulce, la misma que la de la niña del vídeo

Me intente convencer de que estaba alucinando, no podía ser real, todo debía ser una simple pesadilla. Fue cuando toqué la figura de mi linterna, velozmente la encendí pero no logré ver nada, suspiré con alivio parándome y abriendo la puerta para ir a mi habitación, tal vez una buena siesta me ayudaría a olvidar ese horrible vídeo

—Te olvidaste de mirar detrás — 

Grité y corrí lo más rápido que pude hacia mi habitación y ahí me encerré segura de que nada era una pesadilla, todo era real. Vi una hoja y un marcador azul, estaba muy asustada y sabía que eso me mataría. 

Si estás leyendo esto ya debo estar muerta, con mi cuerpo bañado en sangre y sin rostro. Solo puedo dejar mi análisis antes de morir, para que el mundo tenga una advertencia: 

Ella utiliza las caras de sus víctimas, por eso se te será muy difícil reconocerla. Podría ser un día tu madre, otro día tu hermana o tu mejor amigo. 

Cada vez que te insultas constantemente con respecto a tu apariencia la invocas, es como darle el permiso para “embellecerte”. 

No esperes que aparezca al instante. Le gusta jugar con sus presas. Le encanta ver el sufrimiento de sus victimas antes de asesinarlas por lo que podría tardar meses o incluso años en terminar con tu vida. Pero cuanto más se prolongue, más horrible será tu muerte. 

Estas son mis últimas palabras, ella ha rotó la puerta…